O al menos la oficial, presenta
cierta tibieza respecto a lo que es y la forma de actuar de
la banda terrorista ETA.
Es lo que podemos deducir de las últimas manifestaciones de
los obispos de Bilbao y presidente de la Conferencia
Episcopal, Ricardo Blázquez y lo que ha dicho el obispo de
San Sebastián, Juan María Uriarte.
Tengo en cartera, para un próximo día, hablar del presidente
de la Conferencia Episcopal y sus apoyos para serlo, aunque
sólo sea por el paisanaje del Obispo de Bilbao, que es de
estas benditas tierras abulenses, de un pueblecito muy
cercano al mío, él es de Villanueva del Campillo.
De todas formas eso lo dejaré para más adelante, y vuelvo a
su posición en el obispado, respecto a esa banda, ETA, que
tantos problemas ha ocasionado y puede seguir ocasionando a
nuestros pueblos.
El pasado miércoles, festividad de la Asunción de la Virgen,
Ricardo Blázquez pidió la unión de todos los esfuerzos para
conseguir la erradicación definitiva e inmediata de la
violencia en Euskadi.
Pues bien, creo que mi paisano, el obispo de Bilbao, tiene
la vista demasiado corta, porque habrá que erradicar la
violencia de todas las partes donde, por desgracia, se está
dando y ETA ha actuado y muchas veces, fuera de los límites
de Euskadi.
Por su parte, el obispo donostiarra, Juan María Uriarte
trató los beneficios del acuerdo, aunque “ para ello todas
las partes tengan que recortar sus legítimas aspiraciones”.
Aquí ya no hay tibieza, aquí hay más cosas, y dentro de las
legítimas aspiraciones de España está el que esta permanezca
indivisible y esté en paz, sin tener que soportar
extorsiones de ningún tipo.
Hasta aquí un doble lenguaje, o unas expresiones tan
crípticas que cada uno las puede recoger según su leal saber
y entender, pero tienen un sentido diferente vistas desde
Euskadi o vistas desde Badajoz.
Lo que sí hizo el obispo Blázquez el pasado miércoles fue
advertir a ETA que su única salida es la inmediata, total y
definitiva desaparición, por cuanto ETA es un peso temible
que lleva soportando nuestra sociedad desde hace varios
decenios.
En esta fiesta, Ricardo Blázquez pidió a la Virgen de Begoña
que “la paz se afiance definitivamente contra toda
violencia”.
Mientras tanto, el obispo de San Sebastián, Juan María
Uriarte hizo, también el miércoles, un llamamiento a
“movilizarse” y “salir al encuentro” de la paz, de la que
dijo que es obra de todos y un bien para todos.
Hasta aquí perfecto, pero en sus coletillas siempre hay “un
algo” que no termina de quedar muy claro, pues Uriarte
aseguró que la “esperanza de los cristianos está impregnada
de una sana inquietud, que no se contenta con la actual
situación social, sino que desea una sociedad pacificada,
solidaria y tolerante”. Estas tres últimas palabras aparecen
cifradas en clave que no nos aclara todo lo que se dice o lo
que se ha querido decir.
Con sus palabras, al describir Uriarte los cinco rasgos
principales de la esperanza cristiana, empezando por una
sana inquietud, nos quedamos más a oscuras y metidos en esa
tibieza de la que he hablado antes.
De lo que no dijeron nada abiertamente los monseñores
Blázquez y sobre todo Uriarte fue de los suministros de
datos a ETA para localizar a los empresarios y reclamarles
unos fondos con los que alimentar la economía de la banda.
Y es que ahora, parece que se ha recrudecido el envío de
cartas de extorsión, unos envíos intensificados tras el alto
el fuego.
Esto parece que no lo saben los prelados de Bilbao y San
Sebastián, salvo que al mismo tiempo se quiera estar con
Dios y con el diablo, lo que haría un poquito más ambigua,
daría un poquito más de tibieza a esa iglesia, que, es
lógico, tendrá sus presiones, pero ..., con todo Blázquez se
muestra más coherente, más cercano a lo que sería estar con
Dios, mientras que Uriarte se va acercando un poquito más al
diablo, si es que quiere encontrar un punto medio entre lo
que es el terrorismo y lo que es la libertad, al menos como
nosotros lo entendemos.
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