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OPINIÓN - SÁBADO, 18 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La iglesia vasca
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

O al menos la oficial, presenta cierta tibieza respecto a lo que es y la forma de actuar de la banda terrorista ETA.

Es lo que podemos deducir de las últimas manifestaciones de los obispos de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez y lo que ha dicho el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte.

Tengo en cartera, para un próximo día, hablar del presidente de la Conferencia Episcopal y sus apoyos para serlo, aunque sólo sea por el paisanaje del Obispo de Bilbao, que es de estas benditas tierras abulenses, de un pueblecito muy cercano al mío, él es de Villanueva del Campillo.

De todas formas eso lo dejaré para más adelante, y vuelvo a su posición en el obispado, respecto a esa banda, ETA, que tantos problemas ha ocasionado y puede seguir ocasionando a nuestros pueblos.

El pasado miércoles, festividad de la Asunción de la Virgen, Ricardo Blázquez pidió la unión de todos los esfuerzos para conseguir la erradicación definitiva e inmediata de la violencia en Euskadi.

Pues bien, creo que mi paisano, el obispo de Bilbao, tiene la vista demasiado corta, porque habrá que erradicar la violencia de todas las partes donde, por desgracia, se está dando y ETA ha actuado y muchas veces, fuera de los límites de Euskadi.

Por su parte, el obispo donostiarra, Juan María Uriarte trató los beneficios del acuerdo, aunque “ para ello todas las partes tengan que recortar sus legítimas aspiraciones”. Aquí ya no hay tibieza, aquí hay más cosas, y dentro de las legítimas aspiraciones de España está el que esta permanezca indivisible y esté en paz, sin tener que soportar extorsiones de ningún tipo.

Hasta aquí un doble lenguaje, o unas expresiones tan crípticas que cada uno las puede recoger según su leal saber y entender, pero tienen un sentido diferente vistas desde Euskadi o vistas desde Badajoz.

Lo que sí hizo el obispo Blázquez el pasado miércoles fue advertir a ETA que su única salida es la inmediata, total y definitiva desaparición, por cuanto ETA es un peso temible que lleva soportando nuestra sociedad desde hace varios decenios.

En esta fiesta, Ricardo Blázquez pidió a la Virgen de Begoña que “la paz se afiance definitivamente contra toda violencia”.

Mientras tanto, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte hizo, también el miércoles, un llamamiento a “movilizarse” y “salir al encuentro” de la paz, de la que dijo que es obra de todos y un bien para todos.

Hasta aquí perfecto, pero en sus coletillas siempre hay “un algo” que no termina de quedar muy claro, pues Uriarte aseguró que la “esperanza de los cristianos está impregnada de una sana inquietud, que no se contenta con la actual situación social, sino que desea una sociedad pacificada, solidaria y tolerante”. Estas tres últimas palabras aparecen cifradas en clave que no nos aclara todo lo que se dice o lo que se ha querido decir.

Con sus palabras, al describir Uriarte los cinco rasgos principales de la esperanza cristiana, empezando por una sana inquietud, nos quedamos más a oscuras y metidos en esa tibieza de la que he hablado antes.

De lo que no dijeron nada abiertamente los monseñores Blázquez y sobre todo Uriarte fue de los suministros de datos a ETA para localizar a los empresarios y reclamarles unos fondos con los que alimentar la economía de la banda.

Y es que ahora, parece que se ha recrudecido el envío de cartas de extorsión, unos envíos intensificados tras el alto el fuego.

Esto parece que no lo saben los prelados de Bilbao y San Sebastián, salvo que al mismo tiempo se quiera estar con Dios y con el diablo, lo que haría un poquito más ambigua, daría un poquito más de tibieza a esa iglesia, que, es lógico, tendrá sus presiones, pero ..., con todo Blázquez se muestra más coherente, más cercano a lo que sería estar con Dios, mientras que Uriarte se va acercando un poquito más al diablo, si es que quiere encontrar un punto medio entre lo que es el terrorismo y lo que es la libertad, al menos como nosotros lo entendemos.
 

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