La ciudad mantiene unas coordenadas vitales totalmente
distintas a las ciudades en que he residido a lo largo de mi
vida, principalmente en Cataluña, y por tanto me he de
“reciclar” para acompasar mi algoritmo al de ella.
Debo cambiar radicalmente de costumbres y adaptarme a la de
la ciudad. Costumbres sanas, que mantenía allá por las
tierras de los supuestos separatistas cuatribarrados, como
levantarme a las 5:30 de la mañana y correr unos centenares
de metros para luego ducharme y salir “pitando” al trabajo.
Aquí, si me levanto a esa hora solo me encuentro con algunos
trasnochadores que regresan de la Feria. Imagino cómo sería
cuando acabaran las mismas. Debo darle la razón al Delegado
del Gobierno por cuanto entraré en el club de los vagos y
gandules.
También me choca que las fiestas de la ciudad se utilicen,
principalmente por nuestras autoridades, para exaltar las
cualidades de un partido político en clara demostración de
una auténtica precampaña electoral. Convocatorias para
vitorear a Rajoy y apoyarlo en las próximas elecciones
generales del AÑO QUE VIENE.
Podría exclamar ¡Toma del frasco Carrasco! A quienes se
pasan la vida vituperando al Gobierno de la Nación y a los
socialistas con incendiarios y rencorosos panfletos que
contienen exclamaciones de que hacen precampaña electoral
fuera de conceptos y de tiempo. Ante sus propias narices el
PP, sobre el que arrojan pétalos de flores y loan
incesantemente en sus artículos, les contradice de manera
tan flagrante que les restriega en sus fosas nasales el
marrón inexplicable de la ilógica campaña.
Eso, fuera de Ceuta, se comprendería en el sentido de que
son gente vendida en el peor de los casos, gente que son
subvencionadas a espuertas por el partido que gobierna la
ciudad. Sobre todo uno de los articulistas con apellidos
catalanes de fuerte implantación en la tierra de Wifredo el
Velloso (en catalán: Guifré el Pilós), que parece un
renegado de la verdadera historia de España. Más que
renegado, tiene pinta de traidor a su patria.
Que el PP haga campaña preelectoral no tendría tanta
importancia si no fuera porque se utiliza dineros y recursos
públicos que, por ley, no deberían ser utilizados en este
tipo de manifestaciones camufladas en actos feriales y
dentro de un escenario dedicado, supuestamente, al ocio y a
la diversión de la gente ceutí. Este acto tiene un nombre:
malversación de caudales públicos. Si esto pasara en
Cataluña… ni les cuento. Una cosa muy distinta sería que
usaran los recursos propios del partido para este tipo de
actos, siempre que se realizaran fuera de las fechas
dedicadas a las fiestas propias de la ciudad… pero no. En
Ceuta ha de ser así.
Si nuestras autoridades juegan deslealmente con el Gobierno
de la Nación (de principio, os digo que nunca creí las
manifestaciones de lealtad institucional porque han
demostrado que son más propias de hipócritas cicateros que
de otra cosa cuando hay por delante una cantidad de euros) y
rompen con toda la ética del democrático juego político,
demuestran a las claras que efectúan actos ilegales o que
rozan la ilegalidad. ¿Cómo quieren que las respetemos dentro
de las leyes que ellos niegan?
Ser elegido para gobernar implica, democráticamente, que no
se debe regir por las directrices del partido ganador y, por
tanto, colgar temporalmente el uniforme de militante de tal
partido para dedicarse de lleno a TODOS LOS CIUDADANOS, sin
distinción de raza, credo o condición política. Ello
significa que los caudales públicos deben estar destinados
implícitamente a las necesidades del conjunto de la
ciudadanía en general y no se puede, ni debe, destinar ni
una mínima parte a satisfacer el egocentrismo del mencionado
partido ganador. Lo contrario tiene nombre: cacicada
bananera.
Obviamente, yo no tengo pinta de personaje de sir Arthur
Conan Doyle, no me sirvo de lupa ni pipa para indagar
ciertos lodos… cuanto más, tengo pinta de Watson huérfano de
quién le pinche constantemente con una palabra muchas veces
repetidas en los relatos del escritor de Edimburgo:
elemental. Por tanto, es elemental que me dedique a
transcribir mi opinión de esa manera tan elemental que no
aspira a que se compinche con la misma nadie más. Elemental
¿no? A más, el personaje de referencia no me acerca, ni lo
más mínimo, a cierta pareja de periodistas (¿es casual que
siempre vayan en parejas?) que rompieron una puerta de agua
y hundieron definitivamente a cierto presidente de mentón
partido y nariz subsahariana.
En Ceuta, puertas de agua la tenemos a montones, por algo es
la ciudad de los dos mares y dos fronteras. Periodistas
cuyas espaldas estén salvaguardadas por enmiendas
constitucionales no tenemos ninguno. Exactamente por eso,
faltan la enmiendas. Elemental ¿no?
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