Los seres humanos y su capacidad
de realizar operaciones conceptuales y simbólicas muy
complejas, entre las que se encuentran el razonamiento
abstracto y las capacidades de introspección y especulación,
adquieren con el paso de los años ciertas convicciones muy
marcadas que, en algunas ocasiones, deben rectificar en el
desempeño de sus funciones laborales por diferentes motivos.
Principios arraigados y muy marcados en la personalidad de
las personas que los guiarán a lo largo de su vida y que
determinaran sus decisiones vitales tanto en el ámbito
familiar como laboral, evidenciando una determinada
personalidad enraizada por el paso de los años y que
determinan sus actuaciones.
En ocasiones, estos principios evolucionan o se distorsionan
impulsados por elementos externos aunque, muy poderosos. Si
hablamos de evolución nos encontramos ante un obstáculo
salvable pero, si hablamos de distorsión, podríamos llegar a
encontrarnos ante un dilema crucial que podría marcar un
principio del final de nuestra personalidad.
Los seres humanos tenemos la obligación de detectar en
principio, estas distorsiones valorando y analizando las
causas de las mismas para, posteriormente, reflexionar y
decidir respecto a los motivos causales de las mismas
decidiendo, detenidamente, que hacer a partir de ese
momento.
Una confrontación de convicciones internas podría llegar a
generar una crisis de identidad que nos llevaría a un estado
de depresión aguda originando estados de abatimiento e
infelicidad. El individuo se percibirá derribado, socavado
en su potencialidad, debilitada su base de sustentación
afectiva, desplazado su eje de acción usual y desganado.
No obstante, también es posible que esos principios que
aparentemente se encuentran arraigados y parecen conformar
nuestra personalidad en realidad, no lo son. Simplemente son
habilidades artificialmente adquiridas y que muestran una
falsa imagen. En este caso, nos encontraríamos ante un
personaje ilusorio que adultera la realidad.
En definitiva, simples reflexiones extraídas tras observar y
analizar el comportamiento humano que podrían provocar la
meditación de quienes se sientan reflejados en estas
consideraciones y en particular, de quienes han sido
elegidos por el pueblo por poseer unos determinados
principios. Quizás, una detenida recapacitación al respecto
podría suponer superar esta supuesta patología aunque,
seguramente estoy totalmente equivocado.
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