PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 16 DE AGOSTO DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

El espía que no amó

Por Quim Sarriá


El clima resulta extremadamente bochornoso. El plomizo cielo oculta, a la vista de todos, el sol de los últimos días de julio y sin embargo el calor resulta tremendo. El cuerpo expulsa por sus poros el agua que ha comenzado a bullir desde su interior. No es para menos cuando el Levante comienza a hacer de las suyas.

La frontera anda un poco revuelta, cosa que no es de extrañar porque ocurre cada día desde que Marruecos obtuvo su independencia. Los cincuenta y un años transcurridos desde que el general español y el general francés, jefes de Estado, entregaron la llave de la libertad al sultán Mohamed V, liberándolo de las esposas que le ataban las manos y los pies (tenía la marca de fábrica siguiente: “protectorado”), los súbditos del sultán, auto convertido en rey, guiaban sus nómadas pasos hacía los confines del país, regados por el mar, en busca de un sustento que su propio rey les negaba.

En esa revuelta frontera, un hombre espera pacientemente a que la policía marroquí le devuelva el pasaporte junto con el visado de entrada que ha tenido que rellenar poco antes. Ese hombre lleva, consigo mismo, unos importantes secretos de Estado bien guardados en un simple diskette de ordenador, depositado en uno de los bolsillos de la liviana chaqueta azul.

Esos secretos de Estado le reportaría una ganancia como nunca la pudo obtener honrosamente. Una ganancia representada en un millón de euros y una casa en una ciudad marroquí muy cerca de donde vive el ex presidente del Gobierno español, Felipe González Márquez. La población se llama Arcila.

Atrás dejaba, ese hombre, a una mujer desolada y un país que le había dado todo lo que era hasta ahora. Al cruzar la frontera hispano-marroquí del Tarajal sabía certera y firmemente que no regresaría en cierto tiempo. El paso que estaba dando estaría marcado por el signo de la traición.

El moreno policía marroquí sale de la oficina de Inmigración y le entrega el pasaporte visado y con una sonrisa, más falsa que la de una hiena, le da la bienvenida y le indica que puede pasar. Con un suspiro, imperceptible para el gendarme, marcha directo hacía el coche que aguarda en la larga cola y enfila la carretera de Castillejos con la parsimonia que le da la frialdad de su acto.

Porta importantes secretos de Estado que afectan a las ciudades de Ceuta y Melilla. Los ha ido recopilando pacientemente, aprovechando su trabajo en la sede del Centro Nacional de Inteligencia español, con informaciones sobre organización y desarrollo de las actividades de los servicios de contrainteligencia aderezado con los nombres de varios agentes dedicados a la labor propia del Servicio en ambas ciudades y diversa información relativa a los sistemas de defensa y control fronterizo.

Va camino de Tetuán, donde entregará el diskette a un agente del Servicio Secreto del país. Este agente es a la vez el imán de la mezquita principal de la antigua capital del protectorado español. Imán que tiene mucha influencia en determinado sector de la población marroquí con ansías de expansión y que viene financiando un grupo específico, entrenado especialmente en ignorado campamento del desierto libio, de hombres sin más meta que las promesas de Alá promulgadas por el clérigo musulmán.

Acaba de entrar en Castillejos cuando una chispa de iluminación le hace recordar que no ha borrado los datos que tenía guardados en el ordenador de su casa. Un miedo cerval comienza a dominarle ascendiendo por la espina dorsal y agarrando las estribaciones de su cerebro…

En un lugar de España, una mujer despechada comienza a teclear en el ordenador buscando no sabe qué. De pronto los ojos de la mujer se fija en un fichero de extraño nombre: su propio nombre. El contenido de la carpeta de “Recientes” le ha dado la oportunidad de conocer la existencia de un fichero que la deja asombrada para el resto de su vida. Un fichero que contiene un conjunto de claves, nombres, situaciones, informes…

El hombre que acaba de cruzar la frontera del Tarajal, presa de un ataque de nervios pese a su formidable entrenamiento, hace girar el volante y emprende el camino de vuelta. Tiene que llegar cuanto antes a su casa. Tiene que destruir las pruebas de su traición antes de que alguien las descubra.

En Tetuán, el imán mira pacientemente cómo corren las agujas segunderas de su reloj, reloj comprado en un bazar ceutí regido por uno de los tantos acólitos como tiene repartido por la ciudad. Suspira y reza a Alá.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto