Una hoja apareció en el rincón de una balaus-trada, entre
regueros de sangre, sin saber su ADN y el rastro de una
patrulla. Esa hoja decía lo si-guiente: que me prometiste
feli-cidad mientras viva, que me co-miste a besos por la
calle, que me dijiste tu eres para mí solo, que calvario, me
abriste con las puertas de par en par, que des-pués de una
copa de vino viene un cubata de camino, las co-gorzas y
colocones desborda-ron tus emociones. Para tener-te en tus
brazos, con el aliento del mal de tu bebida, tú que me
juraste amor y cariño con los niños, que te hundías en el
sofá con el mando de la tele y los humos de los cigarrillos,
que pena el no haberte conocido así cuando eras chiquillo.
Tu que no te perdías ni un partido, que pena de mí el no
haberlo sabi-do, que empezaste dándome un guantazo y pagaste
tu hombría, dándome un cabezazo, yo que me moría hecha una
negra en la cocina para que me dejaras el plato en una
esquina, y entre humos de tabaco y mala bebía, te fui
descubriendo el olor a la fulana en un rincón de tu vida,
así que le fueron pasando los días, los meses y los años y
la locura y delirio de su marido cada vez le fueron haciendo
más daño.
Hasta que no aguantó más, al ver el remate de los tomates,
el demonio se apoderó de su marido, un hombre que era el
mismo diablo, que ya era cuer-po extenuado por el alcohol,
los vicios y males endémicos que quiso abusar de sus hijos y
Ma-ría, que no sé ni su nombre, co-gió la pistola y lo mató
porque malos tratos soportó, por sus manos agrietadas de
tanto la-var y fregar platos, manos des-trozadas por la
lejía y los tides, esa espalda molida por estar agachada
fregando baños, ha-ciendo comidas para el gusto del señor
cuando llegase a la hora que quisiera entre hom-brías de
barra de bar y echar muchos cojones, que tenía que poner
ardor y buena cara a la hora de la cama.
Y que no le dijera que eso era que tenía un querido, que
estaba liada con otro que era una puta, y malos tratos
sopor-tó ella y sus hijos, y si las de-nuncias se juntaban
como qui-nielas y loterías, ella se enco-mendó a Dios y dijo
hasta aquí hemos litigado y ahora mantenme a mi pues ya
estaba muerta enterrada en vida.
|