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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Irán, el Mahdi y el Islam del fin del mundo
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

La reciente noticia sobre el suministro por parte de la dictadura norcoreana de cuatro minisubmarinos a la República Islámica de Irán, como parte del pago de la deuda pendiente por suministro de petróleo, ha elevado el nivel de alerta en la región donde los países vecinos al amenazante régimen de los Ayatolláhs temen que este pudiera cederlos a sus milicias aliadas en Irak o utilizarlos directamente, tanto en el estrecho de Ormuz como en alguna de las tres islas reclamadas por los Emiratos Arabes Unidos. El rearme iraní y su corolario, el armamento nuclear, se perfila junto al austero misticismo del presidente Ahmadineyad y su introducción en el discurso político del concepto de “mahdaviat” como una gravísima amenaza para la paz mundial, pues una lectura escatológica del Corán y los “hadits” atribuidos a Mahoma anima al mundo musulmán (‘shií’ en primer lugar, pero también ‘sunní’) a pensar que, precisamente ahora, concluirá el poder de los “rummi” (los romanos, por extensión Occidente) tras los que vendría el retorno del Mhadi y, después del Holocausto, el triunfo total del Islam.

Efectivamente, el término “mahdaviat” nos remite a la “fe en la venida del Mhadi y los esfuerzos conducentes a su reaparición” que sería paralela al Final de los Tiempos, cuyo primer signo fue la revolución jomeinista y la derrota del Sha Rezah Palevi en 1.979. No son pocos los indicios que señalan la asunción por el “iluminado” Ahmadineyad de estos presupuestos, en los que latiría cierto sentido de la predestinación y el apoyo de fuerzas angélicas que le inducirían a “preparar” la venida del Mesías shiíta, aun cuando fuera pagando el fuerte precio de la destrucción de Irán. ¿Habría que encajar en esta visión su reiterada proclamación sobre “la cercana eliminación de Israel”?. Sin duda. Tampoco es casual el nombre de una de las milicias (apoyadas por Irán) más activas en la lucha contra las tropas occidentales en el avispero irakí: el ‘Ejército del Mhadi’, dirigido por el clérigo Muqtada al-Sadr. Otro indicio sería el peculiar asalto al poder, pese a todos los pronósticos, de Ahmadineyad: desde los servicios secretos y el ala dura (los ‘Basiyis’) de la poderosa milicia popular de los ‘Guardianes de la Revolución’, al Ayuntamiento de Teherán primero y la Presidencia del país después.

El último capítulo estaría envuelto en las actividades de la secta de los “Hojjatieh” (que llevó al portavoz de la Presidencia a desmarcar al gobierno de Ahmadineyad del pensamiento de esta asociación) y el desmantelamiento en 1999 por los servicios secretos de una conspiración liderada por el nieto del prestigioso ayatollah Hassan Milani, que moriría en prisión y cuyo objetivo sería el asesinato de los elementos “moderados” del régimen (como los reformistas Jatamí y Rafsanjani) allanando, al precio que fuere, cualquier obstáculo que se opusiera al retorno del Mhadi. ¿Tuvo algún papel en ello Ahmadineyad…?.

Mis fuentes iraníes no lo descartan, mientras apuntan la apertura en Teherán por el Presidente Ahmadineyad, en septiembre de 2005, de una selecta conferencia de destacados especialistas musulmanes sobre “La doctrina de Mahdiavat” entre cuyas objetivos figuraría “la puesta en marcha de una estrategia dirigida a preparar el terreno para el advenimiento del 12º Imám, el Mahdi”. Como remata el director del ‘Instituto para el Futuro Luminoso’, una de las instituciones financiadas por el Estado iraní, “Mahdaviat es un código para la revolución (mundial) y es el espíritu de la revolución”. Por no hablar del esotérico discurso (rezo incluído al “poderoso Alá” para acelerar la llegada del Mahdi prometido), también en septiembre de 2005, del visionario presidente iraní ante la ONU. Compruébenlo ustedes.
 

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