¡Ele! ¡Y que no nos falte de ná!
¿Qué se nota que, en Málaga, estamos de feria de agosto por
mis ardiles, peculiarmente festivos? Pues sí. No obstante,
me pongo marchosa por mor de ustedes, para que vean que les
aprecio porque, normalmente, mis aires son melancólicos,
concretamente de lechuza ajada. Pero no leo más que noticias
apocalípticas de ese cairel de plata fina que lleva el toro
de Osborne prendido de los huevines, es decir, de Ceuta. ¿Es
cierto que, los guiris, quieren expoliar sus fondos marinos
y arramplar con el patrimonio arqueológico? Pues lo impidan.
Pongan a los de letras de la UNED a hacer catas con los
buzos y a clasificar cachos de ánfora y vestigios de
civilizaciones perdidas, pestiños fosilizados de cocina
atlante, after shave de Hércules y monedas de la hucha del
hijo de Poseidón. Nuestros expoliados mares y océanos no
pueden permitir que, modernos piratas tecnológicos a bordo
de buques equipados con pijerías de la ciencia, esquilmen lo
que nos dejaron nuestros ancestros y que nos pertenece,
tanto como la cueva de la Santina de Covadonga, la memoria
dormida de Atapuerca, con sus buscadores de dientes
cariados, la Alhambra de Granada, esotéricamente construida
con el sudor de mano de obra andaluza y los diseños de
artísticos arquitectos muslimes que, me crean, no se
dedicaron precisamente a arrimar el cemento, que eso lo
hicimos nosotros o Monserrat, con su moreneta a la que
parece que broncearon devotamente a lo largo de la Historia.
¿Un rebujito? ¿Qué murmuran con ese ademán de adeptos y
adictos a las libaciones gratuitas? ¿Qué prefieren
empapuzarse en Cartojal y eructar vinagre y ajillo del
gazpacho? No les invito ni a Cartojal, ni a gazpacho, ni a
rabo de toro con su moje de salsa, ustedes quieren pegarse
un atracón, tan agustamente, a costa de una persona virtuosa
como yo. Que, en efecto, soy virtuosa, pero no jilipollas y
si ofrezco rebujito es que conozco un local en el que, el
dueño me invita, a cambio de que le eche las cartas del
tarot de Marsella y le haga videncia para ver si su socio le
sisa de las propinas.
Rebujitos, catas arqueológicas y galleguización del
Estrecho, me digan ¿Han vuelto las autoridades del Peñón a
tolerar las embarcaciones y ha surgido una nueva generación
de lancheros llanitos o “niños del Winston”? Sí. Como antes
de aquella madrugada de un mes de agosto de 1998 cuando
Caruana mandó intervenir todas las lanchas del contrabando y
la desafortunada barriada de la Atunara linense, que vivía
del Marlboro, se vio abocada al desastre económico. ¿Qué les
cuente historietas del SVA? Otro día y a otra hora. Pero veo
yo que, con el trasiego de los inmigrantes, mal llevado por
cierto, el Estrecho se encuentra bastante blindado por la
Benemérita. ¿Qué como se lleva el tema de las pateras?
Pues con lógica y derechos humanos. Se les tira un cabo, se
lanzan a la patera las raciones de supervivencia, las mantas
y la ayuda humanitaria y se las remolca a su punto de
origen, sin más trámites ni complicaciones y estricto
respeto a los derechos humanos y divinos. Aunque, si hay
riesgo de galleguización, el problema lo tendrán las
autoridades marroquíes, porque Ceuta no es la ría de Arosa,
ni sus mezquinas aguas territoriales son el gran océano
salpicado de buques misteriosos de banderas de conveniencia,
siempre husmeados por los sabuesos de la DEA, que tienen
casi tanto arte como nuestros picoletos y nuestros
udyquillos. Considero que, la valla marina del Estrecho, al
menos por parte española, es un prodigio de eficacia y
vigilancia profesionalizada y, si los vecinos de al lado
dicen rotundamente “no” a plagios de rías gallegas, de
Marruecos, no sale ni una liendre porque, eficaces son y
cojones tienen para dar y repartir y todavía les sobran para
regalar y hacer caridades. Pero claro, comparado con los
udyquillos y los picoletos, no hay color.Los nuestros son lo
más. ¿Qué si me puede el chauvinismo? Por supuesto, pero,
por suspicaces, les retiro la invitación del rebujito.
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