Apostados tras un cañaveral, José Navarrete y José Peña,
miembros de la Sociedad de Estudios Ornitológicos (SEO) en
Ceuta, observan orgullosos una fila de pequeños pollos que
acompañan a su madre. “Al menos han criado dos
generaciones”, sostiene Peña mientras que Navarrete explica
que la protección del arroyo del infierno no entraña
dificultad para la Administración. Y, sin embargo, el
ornitólogo cree que este humedal puede convertirse en un
punto fundamental en el viaje de las aves migratorias que
pasan por Ceuta por sus características. En sus orillas
descansan juntos y matorrales suficientes para resguardarse.
Dos ‘zampullines’ salen al paso y juguetean en el agua. Es
todo un acontecimiento ver como estos ejemplares
-aparentemente similares a los patos- se sumergen en busca
de alimento y aparecen medio metro más adelante. Pasan
garzas reales, imperiales, gallinetas comunes, avetorrillos
comunes, martinetes y un largo etcétera de especies que
encuentran en el arroyo del infierno alimento, agua y
cobijo.
“Sería muy fácil proteger esta zona. Creo que lo más
adecuado sería construir una pequeña choza con una abertura
para poder observarlos sin que ellos se percaten de nuestra
presencia”, mantiene Navarrete. Una buena oportunidad para
darle un matiz educativo, tal y como tienen pensado hacer
con las casetas de observación que la Consejería de Medio
Ambiente se comprometió a construir en Punta Blanca hace
cuatro años. Ahora el proyecto está en Contratación, a la
espera de que estampen una firma para que se lleve a cabo el
proceso negociado anunciado desde Procesa.
Los ornitólogos miran al cielo desde su asentamiento y ven
cómo una numerosa bandada de milanos vuela al compás. Cuando
llegue septiembre la Sociedad de Estudios Ornitológicos
acudirá a un encuentro en el Campo de Gibraltar para
continuar con el estudio del pinzón.
|