¿Qué están musitando ahora sin más
intención que la de contrariarme y hacerme caer en una
crisis de ansiedad? Ya. Sé que no se dice “bicha asquerosa
de cada verano” sino sencillamente, serpiente de verano y en
referencia a noticias prácticamente prefabricadas para
sacudir el sopor y la falta de noticias agosteñas. Porque,
el posadito de la realeza a las puertas del lujoso palacio
de Marivent, es igual de cursi en cada ocasión y siempre
ocupada la ñoña portada del Hola que es el BOE de la “gran
clase” y la revista más vasalla y lameculos que existe. Paso
del Hola y de sus portadas, menos cuando aparece la Preysler
y eso porque sé y me consta que, mis plegarias y peticiones
le aprovechan a ella, que no a mí. Ya saben, por el tema y
la temática de “la comunión de los santos” que consiste en
que, los cristianos, nos deslomamos a rezar y le aprovechan
todos los rezos a uno. Pues eso, que yo rezo y le aprovecha
a la reina de Porcelanosa, que no a mi vecina de la barriada
que tiene a un hijo menor “engancháo” y encima se lo han
mandado a cumplir en Tierra de Oria ese centro de menores
que es como la puerta del infierno almeriense (el infierno
propiamente dicho es la repugnante y tercermundista prisión
del Acebuche ¿Quién será el tipo con vergüenza que la
clausure?).
Bueno, no me extiendo más en reflexiones atípicas y me ciño
a la serpiente, reptil nauseabundo, bicha de Satanás, que
este verano ha puesto en portada del Interviú y en todos los
programas de casquería de mierda de ladilla, la foto de la
ficha policial de Isabel Pantoja. Vendida por algún
malparido y publicada por la moral de la golfería y el
oportunismo de un país donde, el Gobierno, hace melindres y
redacta asignaturas afeminadas, ridículas, buenistas y
relamidas, como es la célebre Educación para la Ciudadanía
con la que, servidora, con todo respeto y mejorando la
presente, se limpia el trasero. Rectifico, no me lo limpio
porque me puedo lastimar, pero la rechazo, porque no puede
dar moralina piojosa un sistema que permite, frívolamente,
victimizar a una madre, a una española, a una mujer salida
del pueblo por mor de una bata de cola y una voz de
jilguero.
¿Qué tipo de morbo asqueroso busca quien filtra y ordena
publicar las fotos de una Isabel desencajada, con los ojos
llorosos y el semblante demudado? Que asco, tíos. Vamos a
ser sinceros y a lanzarnos a las urnas para modificar una
Constitución que es un prodigio de finura y de buen tono,
pero, que a la postre, solo expresa buenas intenciones,
hipótesis irrealizables y fabulaciones tan ridículas como el
respeto a ese tan manido y cacareado Principio de Presunción
de Inocencia que debe existir en los mejores sueños de algún
cándido, pero cuya aplicación es pura patraña. Serpiente
inmunda de verano las fotos policiales de la tonadillera y
ese juez Torres, a quien vuelvo a proclamarme abiertamente
hostil, permitiendo que, una ciudadana a la que él mandó
encarcelar y ha imputado y procesado, sea sometida a un
feroz juicio paralelo, al escarnio, a la humillación, al
oprobio y a la vergüenza.
A ver, a ver si los cojones que ha tenido para acusar a la
Pantoja los tiene para abrir una investigación y meterle la
mundial al pedazo de golfo que ha pasado las fotos, porque
esas no han saltado solas de los archivos policiales ¿de
donde? Los udycos custodian sus archivos y protegen la
intimidad como rottweiler ¿de donde y como?. ¿Qué murmuran
con sus cejillas anacreónticas idénticas a las del juez
Torres? ¿Qué me ciña a la Teoría de la Conspiración y piense
que, la publicación de esas fotos crueles responde a una
campaña preestablecida “pan y circo” dirigida a embrutecer,
envilecer al pueblo soberano y distraer su atención de los
problemas auténticos?. No. Soy española. Amo a mi Patria en
toda su inmensidad.
Sé que existen, han existidos y existirán hijoputas
abominables y manipuladores. Pero, al igual que amo
intensamente a mi España, confío en el pueblo español,
porque pueblo soy del pueblo. Y sé que, a las bichas
asquerosas, se las acaba neutralizando dándoles leña con el
palo de la escoba. Porque, en nuestra Iberia vieja de
nuestras entretelas, ser un reptil baboso, suele tener mal
fin. España y nosotros, somos así.
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