Un gran amigo mío, de esos que se
cuentan con los dedos de la mano y, a veces, te sobran
dedos, mostraba su extrañeza al escucharme decir que no
creía ni en la política ni en los políticos. Y esa misma
extrañeza le llevó a preguntarme ¿qué es para ti la
política?. Para mí, con toda sinceridad, es la mayor de las
mentiras, mejor contadas creadas por el hombre. Y en cuanto
a no creer en los políticos tengo claro la diferencia que
hay que hacer de ellos. No creo en los politiquillos del
tres al cuarto, nacidos como pollos de granjas con la
democracia porque, hasta los momentos actuales, no me han
demostrado tener mérito alguno para que se les pueda
considerar políticos ya que, de política, no tiene ni la más
remota de las ideas.
Sin embargo tengo que reconocer que hay políticos de verdad,
en los que si creo pero, con esos, me pasa como con mis
amigos los de verdad, que los cuentos con los dedos de una
mano y, a veces, me sobran dedos,. Teniendo en cuenta que,
cada día, los auténticos políticos se alejan más de la
política. O sea algo así como el pueblo, ese que
pomposamente llaman soberano cuando no es más que garrafón
de los malos que, cada vez, muestra una mayor abstención a
la hora de las votaciones.
Y toda esa abstención que se está produciendo, en todos y
cada uno de los pueblos de España son debida,
principalmente, a que cuando el personal ve las listas que
se presenta para gobernarles, algunos se hacen hasta cruces,
sin acertar a comprender cómo personajillos tan inútiles,
que nada les pueden ofrecer, porque no son ni representan
nada, son capaces de ir en esas listas prestas a gobernar a
un pueblo. Vamos tampoco hay que dar muchas vueltas, a la
geografía española, para comprobarlo. Ya lo dijo aquel para
muestra vale con un botón. Bueno, pues vale.
Lo de llamar soberano al pueblo en democracia, es otro de
los cuentos mejor contados. Si el pueblo, ese que llaman
soberano y cuya soberanía le dura veinte segundos que es lo
que se tarda en introducir la papeleta en la urna, da su
voto de forma mayoritaria, no hablo de mayoría absoluta, a
una determinada formación para que le gobierne, por qué
razón como consecuencia de los pactos, se reúnen, en algunos
lugares, hasta seis partiditos y son los que gobiernan
contra los deseos del pueblo. ¿Dónde está, pues, ese pueblo
soberano, cuándo su voto mayoritario no vale para nada
gracias al asunto de los pactos?. No llamarme “soberano” que
ese nombre es mí martirio y me va a sonar a cachondeo,
llamarme por mi nombre, “garrafón y del malo”.
La cosa está clara, si quieren comprobarlo, sólo les basta
con echar un pequeño vistazo a la actualidad en varias
ciudades e incluso en Comunidades Autónomas de este país aún
llamado España, los pactos han dejado claro qué es lo qué
pinta el pueblo “soberano”. Pues para dejarlo claro, de una
vez por todas, pinta tanto como servidor en la capilla
Sextina. O sea, nada de nada.
La política es, mientras no se me demuestre lo contrario, la
más grande de las mentiras y mejor contada creada por el
hombre. Ni más ni menos que como lo que el pueblo tiene
soberano. Así, querido amigo, cómo quieres que crea en la
política y en alguna especie de políticos. Explícamelo, tú.
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