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OPINIÓN - LUNES, 13 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

El Califato que viene (I)
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Se lo cuento. Desde Bruselas me advierten que el Ayuntamiento de la capital belga ha denegado la autorización de una manifestación para el próximo 11 de septiembre, convocada bajo el lema “Detened la islamización de Europa”. Según el burgomaestre (vicealcalde) adjunto, Philippe Close, la prohibición trataría de “evitar problemas de orden público”. O sea y volviendo la oración por pasiva, la marea de islamización que se abate sobre Europa es ya en sí, cuando menos, un problema de orden público. Tendré que contárselo al Presidente Zapatero y a Sonsoles (Señora de Rodríguez) cuando aterricen por aquí, apenas a diez kilómetros del refugio, a disfrutar de sus vacaciones, para que se lleven un recuerdín.

Pero volvamos al titular. Ayer domingo se inauguró en Yakarta la “Conferencia Internacional del Califato”, organizado por el “Partido de la Liberación Islámica” (Hizb ut-Tahir) y al que se esperaba que asistieran (escribo de madrugada y no tengo otros datos) más de 100.000 participantes procedentes de todas partes del mundo, con significativas presencias de partidos de referencia islámica y delegaciones europeas. Se trata a mi juicio de un evento de primera importancia y al que debería prestársele una especial atención (doy por seguro que el entorno de Mohamed VI, Príncipe de los Creyentes al fin y al cabo, habrá creado una “célula de seguimiento” o algo así), pues tras la abolición del último Califato y la proclamación de la República turco-otomana por Atatürk (Mustafá Kemal) en 1.923, la “umma” (comunidad islámica) se quedaba por primera vez en sus entonces 1468 años de historia sin un referente político-religioso de reconocida solvencia, siendo esta macroconferencia en Indonesia la primera vez, públicamente, que los seguidores del Sello de la Profecía tocan a rebato llamando la atención sobre un punto muy explícito (sobre el que, significativamente, los discursos de las organizaciones islamistas pasan de puntillas) que aglutina el fin último de todo discurso islamista, legal o ilegal, moderado o extremista y que está firmemente anclado en la “d´awa”: la reinstauración, más tarde o más temprano, del Califato. No se engañe pues nadie: el Califato es el rumbo trazado, con trazo firme pero soterrado, en el cuaderno de bitácora de los movimientos islamistas, de Ceuta a Xinjiang (República Popular China), además de los hábilmente camuflados, al modo de Tarik Ramadán, en la cabeza de puente subrepticiamente desembarcada en la cobarde y pánfila… Eurabia.

Antes de proseguir un breve esbozo histórico. Una vez muerto Mahoma y al no dejar sucesión formal, continúan su obra conquistadora por la fuerza de la espada los cuatro Califas “Rachidum” (Guiados), entre los años 632 a 661 de la Era Común: Abú Bark, el primero, muere combatiendo y sus tres sucesores (Omar ibn Yatab, Otman ibn Affan y Alí) son asesinados. Tras la muerte del último el naciente árbol del Islam se desgaja en dos grandes ramas: el sunnismo, el shiísmo y otra escisión radical de éste, el jariyismo (conocido actualmente como ibadismo). Centrándonos en la ortodoxia mayoritaria representada por el sunnismo, Mouaiyah ibn Abu-Sufian, “wali” de Damasco, proclama el Califato Omeya (661-750), que es sustituído por el Califato Abasí (750-1258) tras el alevoso asesinato de ochenta representantes de la anterior dinastía, a excepción del joven Abderrahmán que logra huir hasta al-Andalus donde fundaría el Emirato omeya de Sevilla.
 

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