La celebración, hoy, del Día
Internacional de la Juventud, es un momento propio para que
los jóvenes y los que ya no lo son tanto y tienen en este
momento las riendas de la sociedad en sus manos reflexionen
y analicen la verdadera situación que afecta y toca vivir
cada día tanto fuera como dentro de nuestra ciudad a las
personas de entre 18 y 30 años. Precisamente porque ese
abanico de edades es cada vez mayor, los jóvenes ya no
pueden limitarse, sin ser poco, a cargar con la
responsabilidad que entraña saberse el futuro: los jóvenes
son y representan también el presente por muchas que sean
las barreras y los problemas que les acechan.
El empleo y la vivienda son, sin duda, las dos
preocupaciones más extendidas entre la juventud española en
general, pero muy especialmente entre la ceutí, que se
siente presa de un círculo vicioso del que no sabe cómo
salir. Sin un trabajo bien remunerado y estable es imposible
acceder a una vivienda digna, sobre todo si sus precios se
mantienen en los niveles en los que lo están actualmente.
Evidentemente, las Administraciones deben asumir el papel
que les toca a la hora de resolver o al menos paliar estos
inconvenientes, pero los jóvenes también tienen que ser
conscientes de la responsabilidad que les corresponde. En un
lugar donde las tasas de fracaso escolar, absentismo y demás
taras educativas se encuentran a la cabeza de toda España no
es difícil adivinar que el futuro de nuestros jóvenes se
presenta mucho más negro que el de otras regiones donde su
formación es mucho más completa.
Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la
Juventud, pero no sólo hoy, los jóvenes ceutíes deben
aprovechar para marcarse nuevos retos y, adoptando un papel
más activo como ciudadanos de pleno derecho, lanzar sus
reivindicaciones a los cuatro vientos, exigir que les
escuchen y que les dejen opinar para demostrar así que,
lejos de tópicos y prejuicios, tienen ideas, iniciativas y
proyectos que pueden mejorar su ciudad.
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