Los otros días, un par de amigos
míos me decían: “andas menos que el reloj del Mercado de
Abastos, que está parado desde antes de inaugurarlo. Tengo
que reconocer que gracias a estos amigos me he dado cuenta
de que llevan toda la razón del mundo mundial.
Incluso he llegado a pensar que se han quedado cortos en su
valoración de la época en que el reloj está parado. Servidor
cree, cada uno puede creer lo que le venga en ganas, que el
reloj del Mercado de Abastos, fue el que inspiró a Paul Anka,
a escribir la letra esa que dice: “reloj no marques las
horas porque voy a enloquecer…”. Y desde luego, el día que
el reloj se ponga en marcha y marque las horas, será como
para volverse loco de alegría. Todo el pueblo concentrado
debajo del mismo gritando: ¡Dios mío, milagro, milagro, se
ha opuesto en marcha, se ha puesto en marcha!.
O sea algo así, como cuando Jesús le dijo a Lázaro
“levántate y anda”. Y Lázaro se levantó. Aquello fue un
pedazo de milagro que Jesús, como hijos de Dios, podía
hacer. Lo de poner el reloj en marcha, también deberá ser
cuestión de realizar un milagro, pero dónde está el ser
superior capaz de hacer un milagro. Ese es el gran problema
que se nos presenta, a la hora de hacer que el reloj se
ponga en marcha. ¡Dita sea!.
Para servidor, perdón por señalar que está una jartá de feo,
sin ser un ser superior ni, por supuesto, tener la capacidad
de realizar un milagro. Perdonen un momento, quiero aclarar
lo de no ser un ser superior en cuanto a lo que se entiende
por ello. Lo que si tengo de una claridad meridiana es que
soy muy superior, intelectualmente., a todos esos
personajillos, polítiquillos del tres al cuarto, provistos
de gorras y pitos con mando. Y como el movimiento se
demuestra andando, lo podemos comprobar cuando quieran y
dónde quieran.
Aclarada la situación, para que no haya equívocos, insisto
en que no tengo la capacidad para poder realizar ningún
milagro, por si tengo el pleno convencimiento de que si el
reloj pudiese aportar algunos votos, estaba arreglado con
toda seguridad y no estaría más parado que un caballo de
mármol.
A ver si, alguna vez, cuando se acerquen las elecciones,
donde se repara todo lo reparable, se inaugura todo lo que
hay que inaugurar, aunque no haga falta o ya se hay
inaugurado par de veces, alguien se acuerda de poner el
reloj en marcha. Sería todo un detalle de su parte que
sabríamos agradecer en lo que vale.
Qué la dificultad está en qué no hay relojeros que puedan
poner en marcha el reloj. Muy sencillo, se compra una
maquinaria nueva y santas pascuas. Reloj que se pone en
marcha y todos contentos, por mucho que insista, Paul Anka,
en que el reloj “no marques las horas”.
Es más, si el reloj se pone en marcha, me comprometo a
realizar todo lo posible y lo imposible también, por
encontrarle el carro a mí amigo Manolo Escobar, que debe
llevar buscándolo desde antes de que el reloj del Mercado
Central se parase.
Y no me vengan a decir que no hay presupuesto para poner en
marcha el reloj comprando una maquinaria nueva porque,
entonces, me va a dar la risa. ¡Será por dinero!
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