La Ley de Costas, su Reglamento y la Ordenanza municipal de
Uso y Aprovechamiento de playas establecen que la
utilización del dominio público marítimo terrestre es
“libre, pública y gratuita para los usos comunes y acordes
con su naturaleza” tales como pasear, estar, bañarse,
navegar, embarcar y desembarcar, varar, etc... Por tanto, en
los alrededores de las playas tienen que coexistir
embarcaciones y bañistas, aunque para armonizar los
distintos intereses que entran en colisión y garantizar la
seguridad de las vidas humanas, se han establecido una serie
de normas de seguridad que vetan expresamente la pesca
submarina dentro de la zona de baño balizada (200 metros en
los arenales donde no exista tal señalización y 50 en el
resto de la costa) y obligan a sus practicantes a señalizar
su presencia mediante una boya, naranja en el caso de que
practique buceo libre y roja con una línea blanca en su
parte superior si se utiliza escafandra o oxígeno auxiliar.
“Los pescadores submarinos”, apuntaba ayer una fuente bien
conocedora de este deporte, “saben muy bien lo que se hacen
y los riesgos a los que se exponen; además, en el agua se
transmite muy bien el sonido y es habitual percibir
rápidamente la aproximación de una embarcación”.
Conforme a estos parámetros y a la espera de que se definan
exactamente las circunstancias del suceso, el presidente de
la Federación de Buceo local, Juan Carlos Rivas, insistió
ayer en que el deportista estaría correctamente situado
“fuera de la línea de costa balizada que marca la zona de
baño, ya que dentro no puede practicarse la pesca” pero
reconoció que “debía portar la correspondiente boya que
señalizase su situación”.
La legislación prescribe con respecto a “las embarcaciones y
artefactos” que deben evitar en su navegación a las boyas de
señalización de buzos (naranja o roja con línea blanca
superior) dándoles “un resguardo mínimo de 25 metros”.
A pesar de todo y aún sin tener una relación directa con el
accidente de ayer desde diversas fuentes ayer se reivindicó
un control “más estricto”, especialmente en las zonas de
baño más frecuentadas como La Ribera o El Chorrillo, sobre
las embarcaciones ligeras y motos de agua que transitan la
zona “a gran velocidad y a veces demasiado cerca del área
delimitada para el baño”.
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