Conociendo el paño no nos debería
llamar la atención esta manía que tienen los miembros de
nuestro Ejecutivo de aleccionar a los ciudadanos como si,
todos nosotros, no fuéramos más que unos chiquillos de
parvulario a los que hay que adoctrinar para que se
comporten como deben. Estos gobiernos intervencionistas, con
ramalazos totalitarios, se creen que están iluminados por el
Espíritu Santo, perdóna –no recordaba que casi todos son
ateos –, pues digamos poseídos por el espíritu de la
sabiduría, que los hace superiores al resto de ciudadanos,
sólo por el hecho de pertenencer a un partido político de
izquierdas, haber trepado hasta llegr a su cúpula dirigente
y haberle hecho la pelota al señor Rodriguez Zapatero para
que les diera un chollo en el Ejecutivo. Pues bien, uno de
estos personajes, que es carne y uña con el señor Presidente
del gobierno, es la conocida vice de la Vogue, nuestra
estimada señora De la Vega. Es una mujer de pocas carnes,
más bien enjuta, que si la miras de costado es invisible y
si lo haces de frente y de noche puedes tener una alferecía.
Con todo, parece que su cerebro está bien amueblado, aunque
le cuesta que las ideas que se forman en el mismo salgan al
exterior con un mínimo de fluidez. A veces, la he calificado
como la portavoz telegrama del Gobierno por su forma breve y
sincopada de dar la información. Veamos, sin embargo, parece
ser que a lo que se está dedicando este verano, mientras el
resto del equipo está disfrutando de sus vacaciones – menos
Zapatero y Blanco que han tenido que apechugar con lo de
Barcelona, Canarias y el marrón del País Vasco – es a viajar
por el contienente americano.
Podríamos aceptar que la vicepresidente quisiera darse un
garbeíto por Nicaragua en plan de turismo. Todo el mundo
tiene derecho a un tiempo de descanso y esparcimiento.
Hasta, si me apuran, le podríamos permitir que, en un rapto
de narcisismo intelectual, quisiera adoptar la postura de
generosa enseñante, para que las mujeres nicaraguenses
aprendieran de las feministas españolas – tan apoyadas por
el “feminista” ZP– cómo deben poner en vereda a los “machos
de su país”. No sabemos si, también, les habrá enseñado como
deshacerse de las dictaduras izquierdistas de Venezuela,
Bolivia y Ecuador, todas ellas dirigidas por verdaderos
machistas, a quienes les importa un bledo que las mujeres
sean sojuzgadas por los revolucionarios machistas que le
poyan. Ello no obstante, lo que ya no debe mantenernos
indiferentes es el hecho de que, la señora de la Vega, vaya
repartiendo el dinero de los impuestos de todos los
españoles por países latinoamericanos donde, a causa de los
regímenes izquierdistas que padecen, los umbrales de pobreza
estén situados por debajo de los capitalistas.
Analicemos el caso. Si Daniel Ortega, sandinista, quiere
gobernar bajo parámetros trasnochados; si desprecia las
reglas económicas que generan bienestar y mejoran el nivel
de vida de los ciudadanos y, por el contrario, prefiere
atenerse a los sistemas de dirigismo totalitario, que tan
mal resultado les ha dado a todos los paises de economía
socialista ¡ allá él! Que aprenda de las sociedades
emergentes, pongamos por ejemplo la China, que cada vez va
arrinconando más las doctrinas de Mao Tse Tung y se acerca,
a hurtadillas y sin algarazas, al sistema capitalista. Claro
que la señora De la Vega no hace sino cumplir órdenes de
nuestro Presidente, que está emperrado en favorecer la
revolución del cono sur, para así condenar a la pobreza a
todas las naciones que, como la Cuba de Castro, se van
dejando llevar por un indigenismo absurdo, un populismo
revolucionario y un intervencionismo económico del estado
totalitario.
El Acta de Cooperación que firmó De la Vega con el Gobierno
sandinista supone una ayuda prioritaria de España, para
“aliviar la pobreza”, de unos 58 millones de euros, para
empezar. Lo que no sabemos es dónde irán a parar estos
millones, si a los pobres o a engrosar las fortunas de los
dirigentes sandinistas. Otro acuerdo subvenciona al Estado
con 4 millones de euros ¿Al Estado, no les basta lo que
mangan? Según parece, un 30% de su PIB procede de las ayudas
de España. ¿Desde cuándo nosotros debemos subvencionar el
funcionamiento de un gobierno que es incapaz de arbitrar
medidas, para salir de la pobreza. por si mismo? Los que
peinamos canas sabemos como España se las tuvo que arreglar,
en medio de un embargo mundial, cuando terminó la Guerra
Civil. ¡Y salimos adelante trabajando, con disciplina y con
el esfuerzo común! Han tenido que incrementar la burocracia
con la creación de un mecanismo de evaluación y seguimiento
que, hasta ahora, no existía (sería de ver lo qué ocurría
con el dinero que se le entregaba al gobierno sandinista) y
aquí ha intervenido la incomensurable Leire Pajín, aquella
que subvenciona a sus amigos y priva de subvenciones a los
de derechas.
¿Estamos en España tan ricos como para para permitirnos
estos despilfarros con las dictaduras socialistas de
Suramérica? ¿No tienen nuestros impuestos, tan vorazmente
recaudados por Hacienda, otro destino mejor que alimentar
las arcas de los dictadores del hemisferio sur? Si vamos tan
sobrados de dinero, cómo puede ser que falten tantas
viviendas baratas para jóvenes; cómo se explica que, en
España, haya tantos indigentes y que las infraestructuras
(véanse los casos del apagón de Barcelona, del desastre de
los ferrocarriles, del caos de los aeropuertos etc.) estén
tan abandonadas. Hay un déficit de comunicaciones, falta
energía eléctrica, se despilfarran las nucleares sin que, a
cambio, se establezca un plan de renovación de las centrales
alternativas; ni tan siquiera se acaba de tomar la decisión
de aceptar el suministro que nos pueda venir de Francia que,
por añadidura, resulta mucho más barato que el español,
¿acaso es que no les interesa la competencia francesa a
nuestra eléctricas, por miedo a la perder cuota de mercado?
La señora De la Vega, en vez impartir feminismo y condonar
la deuda nicaraguense (por si faltara algo al despropósito),
debería enseñarle al señor Ortega las bondades del sistema
de la oferta y la demanda para bajar los precios y conseguir
porsperidad. Mientras tanto, ante nuestra estupefacción, va
por estos mundos esparciendo el dinero público del Banco de
España, como si fuera de su propiedad, siguiendo la teoría
de otra ministra, de cuyo nombre no quiero acordarme, que
decía aquello de que “ el dinero público no es de nadie” y
supongo que su conclusión sería “ tonto el que llegue el
último”.
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