Anteanoche hace ahora 75 años, el
9 de agosto de 1932, un grupo de militares y paisanos
descontentos con la marcha de la II República española
intentaban forzar un “Pronunciamiento” un tanto
esperpéntico, al modo decimonónico, en varios lugares de la
geografía española: si en Madrid una sección de soldados al
mando de un oficial intenta, infructuosamente, asaltar el
Palacio de Buenavista, sede de la Presidencia del Gobierno
que es tiroteado por civiles carlistas entre los que se
encontraba el ex militar y polígrafo asturiano Jesús
Evaristo Casariego, en Sevilla el laureado general José
Sanjurjo y Sacanell (1872-1936) se planta tal día como hoy
emitiendo un “Manifiesto a la Nación” (¿inspirado por otro
asturiano, Melquíades Álvarez?) que apenas encontró eco.
Fracasado el golpe (generales de prestigio como el mismo
Franco se negaron por dos veces a secundarlo), Sanjurjo fue
detenido camino de Portugal. Condenado a muerte en un juicio
sumarísimo, en mayo de 1934 (pocos meses antes de otra
intentona golpista, esta vez separatista y de izquierda) una
amnistía le devolvió a la libertad desde su prisión, en el
castillo gaditano de Santa Catalina.
En honor a la “memoria histórica” y dado que el
“pronunciamiento” de Sanjurjo (quien encontraría la muerte
al capotar su avión en 1.936, cuando se disponía a volar a
España para ponerse al frente del “Alzamiento” del 18 de
julio organizado por “El Director”, el general Mola) suele
entenderse como un preacto subversivo de una derecha que no
había aceptado el controvertido veredicto de las urnas del
14 de abril de 1931, que derribaron la Monarquía borbónica
(aun cuando los republicanos no ganaron las elecciones…) y
llevaron a la II República al gobierno, bueno es introducir
algunas matizaciones. Dejando a un lado la temprana
sublevación militar de Jaca de diciembre de 1930 al mando
del capitán Fermín Galán (fruto del veraniego “Pacto de San
Sebastián”), que ya intentó por la fuerza de las armas el
advenimiento de la República, en los seis primeros meses
tras la instauración del nuevo régimen republicano la
actitud insurgente de la izquierda radical (que más tarde no
aceptaría la clara victoria de la derecha en posteriores
elecciones) provocaba unos cuarenta muertos y al menos
doscientos heridos: el 15 de abril (¡un día después de la
proclamación de la II República!), mientras integristas
ultramontanos de las Vascongadas, rancia mezcolanza de un
pacato nacionalismo ultracatólico, intentan leer bajo el
legendario árbol de Guernica un manifiesto por la “República
vasca” el diario “Mundo Obrero”, órgano oficial del
estalinista Partido Comunista de España (PCE) abría su
primera página con un amenazador titular: “¡Muera la
República y vivan los Soviets!”. Apenas un mes más tarde
Ramón Franco (hermano del conocido general) y otro piloto se
sublevaban el 11 de mayo en el aeródromo sevillano de
Tablada, con la intención de proclamar el “Estado Libre de
Andalucía” y “repartir la tierra a los jornaleros andaluces”
(sic).
Dado que en unos días voy a tener de vecino al Presidente
Rodríguez Zapatero, quien ya ha confirmado sus vacaciones
por estas tierras asturgalaicas, apenas a 10 kms. del
refugio, la ocasión la pintan calva para acercarle al hombre
algunas reflexiones sobre la revisión de la historia (de
toda) y, especialmente, las últimas novedades sobre Eurabia
y el Diálogo de Civilizaciones.
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