Creo que me estoy planteando si mi proyecto de volver a
Ceuta en plan de prejubilado, aspirante a entrar en el Club
de la Tercera Edad (aunque aún me queden cinco años), no
resultará a fin de cuentas un error. No sé si me he metido
de lleno en la boca del lobo, mejor escrito: del dragón. De
uno de esos dragones que esperan emprender su vuelo de
destrucción a la menor señal que le lancen desde enfrente.
Ceuta no puede ser española si sigue aferrada a un cerval
miedo hacía una institución que utiliza su poder, nunca por
defenderla, para meterse en las vidas de sus ciudadanos, con
intenciones tan claras que no dejan de ser siniestras, como
si no se hubiera movido, la ciudad, de aquellos tiempos en
que, la misma institución de referencia, arrasaba vidas con
el único “punto ciego” de creer que destruían entonces al
país.
La actual situación, de nuestro país, no permite que
aquellos hechos vuelvan a ocurrir y ello confiere una
especie de vacuna permanente para desterrar esos miedos y
esas ansías de poder totalitario. El espectro de la muerte
no tiene permiso de volar por el cielo español. Si lo hace,
nunca podrá ser tachado de rebelde y sí de asesino
inmisericorde. Terrorista espectro más o menos.
La declaración de las autoridades locales representada a
través de su portavoz, sobre la cuestión del espionaje, me
produce cierto bochorno y cierto grado de ridiculez al
hacerme notar que resido en una especie de cuartel donde las
autoridades locales se arrastran por el suelo, lamiendo las
huellas, en defensa de lo indefendible.
Esta derecha ceutí, representada por los peperos, deja tan a
las claras que no son auténticos demócratas y esa actitud,
más parecida cada día a la CEDA de los últimos días, está
troncando a todos los ceutíes en simples esclavos de los
deseos de dos poderes fácticos apoyados por un tercero que
poco le importa sacrificar a sus propios empleados.
Que Mohamed Alí sea investigado por ser musulmán es lo de
menos, lo importante, lo descollante, es que una institución
investigue a ciudadanos civiles ceutíes, cuando su deber es
investigar posibles ataques al país por parte de potencias
extranjeras. Ya tenemos suficiente con los espías e
informadores de las Fuerzas de Seguridad del Estado,
verdadera institución responsable de los civiles. Pero que
se investigue a ciudadanos como si fueran potenciales
enemigos a eliminar, único fin para el que vive esta
institución que menciono, sólo puedo entenderlo como un
esfuerzo de la derecha, representada por el PP en
connivencia con esa institución, para concienciar
terroríficamente al ciudadano ceutí, con el fin de que no
vote a la izquierda o a partidos verdaderamente
democráticos.
No se desprende otra cosa a juzgar por las declaraciones de
la portavoz del gobierno local, declaraciones que han
sentado como un tiro en cierto Ministerio, y su total
desprecio a las legales intenciones de quienes se sienten
vejados por esa investigación a todas luces ilegal, pero…
¿qué podemos esperar de ésta ciudad? Una ciudad donde sus
ciudadanos, en plena democracia, son vigilados por miembros
de una institución usurpadores de las funciones que le
corresponden a las Fuerzas de Seguridad del Estado y donde
los coros de tertulias se ven obligados a hablar de cante
jondo y toreros cuando no de fútbol, con la boca formando un
piñón… deja para el arrastre las ideas de un avance general
en las libertades perentorias del ser humano y humilla la
madurez de la nación española ante el mundo demócrata.
A mí me importa un pepino que me espíen. No tengo
absolutamente nada que ocultar ni absolutamente nada que
perjudique a mi propio país. Lo que no soportaría es que me
utilizaran para conseguir sus propios fines en detrimento
del resto de ciudadanos, para luego deshacerse de mí. Eso
sería asqueroso, desleal y… hasta criminal. Si nuestras
autoridades locales emprenden esta senda, ¿qué será Ceuta a
los ojos del resto de la nación? ¿Un reducto innombrable?
¿Una cárcel disimulada? ¿La cuna de la destrucción de la
democracia? Ciertamente, no comprendo el porqué han llegado
hasta esos límites de encogimiento de cojones, hasta
dejarlos como un guisante pachucho, aferrados a la idea de
que los defenderán del moro, cuando lo cierto es que sin
miedos ni temores podemos estar dentro de lo que tantas
veces, hipócritamente, promulgan a los cuatro vientos sobre
las cuatro religiones: la convivencia pacífica. Sólo se
necesita la mano dura contra aquellos que, efectivamente, se
saltan la Ley, Sea cristiano, hindú, judío o musulmán, y
realmente ejercitada por las Fuerzas de Seguridad del Estado
y por nadie más…
Por cierto, en los actos de la Virgen de África pude
detectar a unos “espías” que se dedicaban a filmar y
fotografiar a algunos ciudadanos asistentes fingiendo que
eran turistas… ¿desde cuándo los turistas filman o
fotografían a los ceutíes pasándose por el morro a la
mismísima ceremonia? Los tatuajes que llevaban grabados
proclaman, sin necesidad de que lo gritaran, su condición.
Lo curioso es que no filmaban a los situados en las primeras
filas…
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