La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos
los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí
que nos los roba muchas veces y definitivamente.
FRANÇOIS MAURIAC
El pasado 31 de julio, fallecía en Pamplona Virginia
González Garciolo, a los 36 años de edad. Acababa así, como
todos temíamos pero nadie quería imaginar, el periplo, la
lucha sin cuartel de nuestra Virginia. Fue su enfermedad la
que la dio a conocer cuando, en 1999, los miembros de la
Asociación “Ayuda a Virginia” hacíamos un llamamiento
desesperado a la sociedad de Ceuta, para ayudar a una
paisana que necesitaba urgentemente un tratamiento en la
Clínica Universitaria de Navarra.
Ceuta, como no, respondió. Han pasado ocho años, y
finalmente, el cáncer, traicionero y vengativo, nos ha
vencido a todos. A todos menos a una. Porque la lucha de
Virginia, su dignidad y entereza, su manera de afrontar la
enfermedad y dar ánimos a todos cuantos estábamos a su
alrededor no eran los de una persona derrotada. Eran los de
una persona con ganas de vivir, con fuerza y con la
esperanza por bandera.
Virginia se nos ha ido, si. Pero nosotros no queremos dejar
de agradecer, una vez más y cuantas veces haga falta, al
pueblo de Ceuta el caudal de solidaridad y apoyo que recibió
en 1999. Ceuta, un pueblo muchas veces denostado e
injustamente maltratado, supo sacar de si mismo lo mejor, la
solidaridad con el necesitado, para ayudar a que Virginia
estuviese unos años más entre nosotros. Para poder verla
casarse, sonreír, trabajar, hasta que emprendió el fatal e
inevitable camino que a todos nos es obligado andar algún
día. Un camino que ella comenzó pronto, muy pronto. Pero
igual que nosotros sentimos que no se ha ido, que está en un
lugar mejor que este, pensamos también que no puede haber
fracaso en esa iniciativa popular. Fracaso hubiera sido no
alcanzar la cantidad necesaria. Fracaso hubiera sido que los
ceutíes no se hubieran conmovido, no hubieran aportado su
contribución, da igual que mayor o menor, da igual que
fueran partidos políticos, instituciones, empresas o
particulares. Porque una muralla se hace ladrillo a
ladrillo, y en aquel año todos construimos una muralla de
solidaridad. Queremos insistir en agradecer tanto consuelo,
tanto ánimo, tanto en aquellos días de esperanza como en
estos de desolación. A todos, por tanto gracias. Y entre la
pena, una convicción: este pueblo, unido, vale más que
cualquier otro. Porque esa es la lección que aprendimos en
1999: juntos podemos.
Gracias, Ceuta.
Las misas en memoria de Virginia González Garciolo tendrán
lugar hoy jueves en la Santa Iglesia Catedral a las 20:00
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