Durante el Siglo XX se desarrolló
en España una corriente estética, principalmente entre los
escritores, que consistía en exagerar la expresión de los
aspectos más crudos de la vida real: el tremendismo. Y tal
“movida” continúa hasta nuestros días, donde podemos ver los
ejemplos más palpables en esos que se llaman “comunicadores”
como José Maria García, Federico Jiménez Losantos o Carmen
Rigalt, por poner unos ejemplos.
José Maria García, que no fue un periodista plural,
imparcial, o sea, de los que tratan a ambas partes con
igualdad (nos pueden dar sus opiniones que, de seguro,
coincidirían con las nuestras, los que ocuparon la
presidencia de la Federación Española de Fútbol Señores
Porta y Roca o el actual Sr. Villar), tacha de ser poseedor
de estos mismos defectos, en una entrevista que publica el
diario El Mundo, a su compañero del alma “por el que daría
su sangre” Federico Jiménez Losantos, aunque después de una
larga ausencia de la radio (“el Rey ha dejado de interesarse
por él desde que no tiene el micrófono”) a pesar de haberlo
intentado (las formas y los gustos, por suerte, van
cambiando) no ha conseguido llegar a la altura de audiencia
que tuvo en la Cadena Ser o en la COPE, en tiempos en que
puso de moda el tremendismo de que hablamos, principalmente
contra don “Pablo, Pablito, Pablete”, con el que se ensañaba
y al que maltrataba cada noche a través de la emisora en la
que prestaba sus servicios.
De Federico Jiménez Losantos ya conocemos su ofuscación
tenaz y persistente contra el Gobierno de turno y en la
actualidad, contra José Luis Rodríguez Zapatero al que
constantemente tiene en su punto de mira, tanto él como sus
colaboradores más directos en la tertulia radiofónica que
presenta y dirige. Y no solo a Zapatero, también utiliza su
tremendismo contra Maria Teresa Fernández de la Vega,
Mariano Rajoy, Acebes, Rubalcaba, Carol Rovira, Bono y nos
digamos contra Ruiz Gallardón…
Carmen Rigalt, columnista del diario El Mundo, es
“especialista” en comentarios sobre la familia real y así
hemos comprobado como igual da la noticia de la anorexia de
la Princesa Letizia, que del “enfrentamiento” entre el Rey y
la esposa del Príncipe (comprobado por otros comentarios
tanto escritos como expuestos en tertulias televisivas que
no son ciertos). O se inventa “apodos” como el de “Duque de
Lujo” con que designa a Rafael de Marichalar. Pero, al
parecer, estas informaciones malsanas solo producen el
interés de quienes disfrutan con el morbo que destilan.
Esta, la autora, creerá que “viste” mucho largar “una
exclusiva” que, de seguro, pensamos, caerá bien únicamente
en campos abonados para aquellos a quienes les atraen los
chismorreos y acontecimientos desagradables.
A nosotros, como meros seguidores de las noticias o
comentarios sobre los acontecimientos que se producen a
diario, nos gusta una información veraz, dentro de las mas
estrictas normas de convivencia, sin insultos ni bazofias
que dañen el prestigio, la honra o el honor de quienes
desempeñan cargos públicos, tanto en la política, como en el
arte o en el deporte, por lo que nos sobra el “periodismo
tremendista” que llevan a cabo ciertos personajes de las
letras, especialmente los más arriba enumerados.
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