La dislexia es un trastorno que dificulta la capacidad de
leer y escribir, y que es más habitual de lo que parece.
Entre el diez y el quince por ciento de la población lo
sufre, aunque suele costar llegar a saberlo, por lo tanto,
es probable que, sin saberlo, usted puede ser disléxico,
teniendo en cuenta, que con frecuencia pasa inadvertida. En
general, se confunde con problemas de hiperactividad,
inmadurez o falta de interés. Todo lo contrario, las
personas que presentan este trastorno pueden ser incluso más
inteligentes e imaginativas que el resto, y su esfuerzo está
fuera de toda duda. “Su gasto de energía puede ser hasta
cuatro veces superior”.
Al final, todo este cúmulo de circunstancias acaba de dejar
huellas. Es una cadena: la persona desconoce lo que le pasa,
sólo sabe que le cuesta leer y escribir, y que su
sobreesfuerzo no tiene recompensa. ¿Consecuencias? No sólo
se siente inferior e incomprendido, sino que pierde la
autoestima, cae en una depresión o incluso sufre ansiedad y
trastornos de alimentación o del sueño.
“La distracción, la torpeza y baja coordinación,
características de este síndrome, son entendidos como falta
de predisposición a la labor escolar; cuando muchas veces
hacen un esfuerzo importante para ajustarse a lo que le
piden sin poder realizarlo. Por eso la detección precoz de
este problema es sumamente importante para no ir sumando a
él otros de características emocionales”.
El problema es que no es fácil detectarlo. El II Congreso
Nacional de Dislexia, recientemente celebrado en Palma de
Mallorca, puso en evidencia la importancia del diagnóstico
precoz. Y es que no es nada extraño que la dislexia pase por
alto, tanto en el Colegio como en la familia. “Suele
diagnosticarse tarde, lo cual es grave, ya que los primeros
años de la infancia es cuando existe una mayor plasticidad
neuronal a nivel cerebral”. No hay que olvidar que este es
un trastorno de origen neurobiológico y la mayoría de los
casos tienen una base genética. En los niveles disléxicos,
se produce una disfunción en el hemisferio izquierdo que
afecta a la velocidad de procesamiento de la información, lo
que incapacita al chico para procesar cambios rápidos de
estímulos o sucesiones, tanto en el área visual como
auditiva.
De este modo, presentan problemas para distinguir y
memorizar las letras, así como el orden y ritmo de su
colocación para formar las palabras: “d” por “b” “p” por
“q”, es fácil que estas personas inviertan letras como
éstas, muy similares. También es frecuente eliminar letras
o, como ellos mismo reconocen, ver cómo “bailan en el
papel”. Todo esto unido a menudo a problemas de coordinación
y de orientación espacial y temporal. Los primeros años de
inicio en el aprendizaje son cruciales para detectar este
problema. De hecho, los especialistas advierten de que no
podría hablarse de dislexia antes de los seis años. Además,
entre los tres y cinco años pueden aparecer señales de
alerta ante una posible predisposición, tales como un
desarrollo lento del habla, problemas de pronunciación o
dificultad para aprender rutinas y memorizar letras,
números, días de las semanas o canciones. Ya a partir de los
seis años, la dislexia se puede manifestar en la tendencia
al deletreo, la escasa comprensión de la lectura, la
dificultad para reconocer una palabra mal escrita y derecha.
Son síntomas típicos del disléxico, pero no necesariamente
implican que lo sean.
Por supuesto que, antes de darlo por hecho, hay que
descartar la existencia de defectos de visión o audición, un
coeficiente intelectual bajo, una perturbación emocional,
lesiones cerebrales, problemas de salud importantes o un
retraso grave del desarrollo. Ante cualquier sospecha, se
recomienda a los padres no tener miedo a preguntar, “lo peor
es no enterarse de que existe una dificultad”. Lo
importante, sea un caso de dislexia u otro problema, es “no
etiquetar al niño de vago y no destacar sus errores, más
bien motivarlo”. De lo contrario, la frustración y la
ansiedad estarán aseguradas.
Por último, no le sorprenda que las figuras relacionadas a
continuación fueron disléxicos: Thomas Edison, Walt Disney,
Graham Bell, Albert Einstein, Leonardo da Vinci, García
Lorca…
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