Pregunta: Como experto en la materia, ¿qué credibilidad
se puede dar desde su punto de vista a las amenazas directas
del terrorismo de matriz islamista sobre Ceuta y Melilla?
Respuesta: Las amenazas, tal y como se presentan en la
propaganda y la retórica yihadista, son difíciles de
precisar al 100%. Son más bien indicaciones estratégicas
para que personas o grupos radicalizados e identificados con
la ideología de Al Qaida y otros grupos salafistas
violentos, si pueden, cuando puedan y como puedan realicen
atentados, o favorezcan a la producción de violencia
yihadista de otros modos (apoyo logístico, reclutamiento y
adoctrinamiento, financiación, etc) en una u otra parte del
mundo. Igual que se hacen referencias expresas a Ceuta o
Melilla se hacen sobre objetivos españoles fuera y dentro de
la península, sobre objetivos británicos, franceses,
alemanes, etcétera. Las amenazas dirigidas a las dos
ciudades autónomas no tienen ni más ni menos credibilidad
que las demás.
.P: O sea, que hay motivos para estar alerta pero no
especialmente preocupados
R: No quiero decir que esas amenazas no sean importantes.
Hay muchas indicaciones estratégicas de ese tipo que se
hacen y no se cumplen, probablemente porque no hay
posibilidad de hacerlo. La cuestión es que Ceuta y Melilla
están señaladas y si hay personas dispuestas, no olvidando
nunca que el terrorismo es una cosa de pocos, y que consigan
encontrar los recursos para ello, podrían atentar en las
ciudades autónomas. Yo creo que no hay que tomar esas
indicaciones a la ligera. Además, cuantas más veces se
reiteren esas amenazas en la propaganda yihadista a través
de Internet y otros medios de comunicación mayor será el
riesgo, evidentemente.
P: En su informe sobre la amenaza yihadista en Ceuta
elaborado para el Real Instituto Elcano de Estudios
Estratégicos e Internacionales [Actividad yihadista en
Ceuta: antecedentes y vulnerabilidades; ver http://www.realinstitutoelcano.org]
habla de esta ciudad como un escenario “particularmente
propicio para el yihadismo”. ¿En qué se basa?
R: La mejor manera de entenderlo es comparando la
posibilidad de actividad yihadista en Ceuta y en otras
ciudades españolas. ¿Qué diferencias hay? Muchas: primero,
hay un gran volumen muy superior de población musulmana. Hay
que recordar una y otra vez que la inmensa mayoría de los
musulmanes , no son radicales, y que ni siquiera todos los
radicales promueven activamente la violencia. Pero tampoco
podemos ocultar que todos los yihadistas son musulmanes y,
por lo tanto, la probabilidad de que aparezcan vocaciones
yihadistas será mayor allí donde allá más población
musulmana. Por otro lado, el terrorismo es un tipo de
violencia cuyo ejercicio efectivo sólo requiere un número
muy reducido de agresores, y suele ser ejercido por minorías
(en el caso del terrorismo yihadista, por minorías dentro
del mundo musulmán). Seis u ocho individuos radicalizados
pueden producir un atentado con enormes consecuencias a poco
que consigan los medios materiales necesarios para llevar a
cabo dicho tipo de operación
Finalmente, volviendo al caso de Ceuta y Melilla, también
hay que contar con los flujos migratorios que atraviesan sus
fronteras. Al menos desde los atentados de 2003 en
Casablanca esos flujos migratorios han permitido la huída de
algunos yihadistas perseguidos por las autoridades
marroquíes.
P: Y ¿cuál sería el papel que podrían desempeñar Ceuta y
Melilla en relación a ese flujo de individuos radicales?
¿Serían zonas de mero tránsito hacia la península y el resto
de Europa o también de establecimiento de posibles
terroristas?
R: Hay zonas en Ceuta y Melilla donde el refugio de posibles
yihadistas es más fácil que en otros sitios, entre otras
cosas porque no llaman la atención. ¿A qué caballa le va a
sorprender que una persona sea musulmana? A ninguno porque
el mundo musulmán es parte de nuestra cultura y de nuestra
comunidad.
También sabemos que hay ciertos barrios, y ahí destaca el
Príncipe, donde el control y la vigilancia policial son más
escasos, lo que también puede facilitar la ocultación de
radicales .
P Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dicen haber
hecho un esfuerzo en la labor que realizan en la frontera
del Tarajal, pero la intensidad del tráfico de vehículos y
personas por ella es tal que los controles nunca pueden ser
todo lo exhaustivos que desde fuera parece que deberían a
riesgo de bloquear el paso. ¿Tienen las fronteras de Ceuta y
Melilla, a su juicio, toda la protección exigible?
R: Yo creo que en la frontera del Tarajal hay un nivel de
seguridad bastante alto, pero hacen falta muchísimos
recursos para lograr los niveles que serían deseables. Por
otro lado, en política antiterrorista siempre hay que
combinar la búsqueda de seguridad con el mantenimiento de
las libertades y los derechos de las personas, y ello con
independencia de cual sea su nacionalidad o su confesión
religiosa. Esto es algo que no se puede obviar nunca, pero
que ciertamente plantea límites a las labores de control y
de vigilancia.
P: Entre las ‘Conclusiones para la prevención’ con las que
cierra su trabajo cita la necesidad de “ejercer y
escenificar” a nivel local “un respeto permanente y activo
al culto islámico” y de “rechazar los estereotipos negativos
existentes”. ¿En ese campo el trabajo es tal vez incluso más
necesario que en el ámbito policial?
R: Creo que esa es una tarea que nunca se acaba, pero
también es verdad que seguramente ese no sea un problema
mayor en Ceuta y Melilla si las comparamos con otros lugares
de España donde empieza a haber un volumen elevado de
población musulmana. Quiero decir que, en general, los
habitantes de las dos ciudades autónomas que no tienen un
origen o ascendencia marroquí son más respetuosos con el
Islam que los ciudadanos de otras poblaciones españolas.
Pero, en cualquier caso, hay que estar siempre alerta para
evitar la propagación de generalizaciones infundadas que
sirvan para criminalizar a los musulmanes que habitan en
España. Dichos estereotipos son condenables por sí mismos,
pero además juegan a favor de los yihadistas que están
empeñados en escenificar su idea de un conflicto radical y
necesariamente violento entre civilizaciones (es decir,
entre la civilización del Islam y la occidental). Los
yihadistas quieren sumar fuerzas a sus planteamientos
radicales y en aquellos contextos donde los musulmanes se
sientan amenazados, a veces sin razón, pero que lo sientan,
aumenta el riesgo hay de que ciertas personas se acerquen a
los radicales.
P: Al hablar de la predicación yihadista siempre sale a
colación el tema del control de los discursos que se
pronuncian en las mezquitas. ¿Es peligroso seguir dejando a
Marruecos toda la responsabilidad de seleccionar a los
imames que predican en Ceuta y Melilla?
R: Es una cuestión para la que no tengo una respuesta clara
pero sí sé que hay que controlar esas prédicas más de lo que
se hace. Según mis fuentes, Marruecos está haciendo un
esfuerzo importante en ese sentido porque el país vecino es
uno de los grandes perjudicados por la propagación de ideas
yihadistas. Aunque durante décadas Marruecos no se tomó muy
en serio este tema, hoy día sus autoridades son
perfectamente conscientes del riesgo que implica el
salafismo yihadista y por ello tiendo a dar credibilidad a
los controles establecidos sobre los imames que puedan
predicar en Ceuta y Melilla.
Tampoco tiene mucho sentido que las autoridades españolas,
con independencia de lo que haga Maruecos, no ejerzan sus
propios controles. Yo no me desprendería de la cooperación
de Marruecos en este y otros ámbitos, pero tampoco haría
descansar esa responsabilidad sólo sobre autoridades
religiosas marroquíes.
P: Hasta ahora hemos hablado de la necesidad de no tratar
con estereotipos el papel de la comunidad musulmana en este
tema pero, ¿a veces no se echa de menos un posicionamiento
más activo y explícito de sus miembros contra el terrorismo
yihadista?
R: Esa cuestión puede plantearse a nivel de Ceuta y Melilla,
de todo el Estado y del mundo entero. A mi modo de ver, este
es uno de los meollos de la cuestión. Para neutralizar la
amenaza yihadista hay que hacer varias cosas: por un lado
atajar con medios policiales, militares y de inteligencia el
riesgo de atentados y de las otras actividades que los hacen
posibles (propagación ideológica, captación y formación de
terroristas, financiación y apoyo logístico). Pero, además,
hay que ganar la batalla ideológica contra los yihadistas.
P ¿Y eso cómo se hace?
R: El problema de la batalla ideológica es que los países y
los líderes intelectuales y religiosos que no profesan la
religión islámica no pueden ganarla por sí solos: tienen que
ayudarnos los propios musulmanes. Esta cuestión atañe
directamente a la propia religión islámica: muchas veces no
hay la suficiente contundencia que cabría exigir en la
condena al yihadismo como ideología y como actividad, tanto
desde los imames como desde algunas asociaciones
islámicas.Las asociaciones islámicas de Ceuta, Melilla,
España y el resto del mundo deben tomarse muy en serio esta
problemática.
No se puede nadar entre dos aguas porque si no el problema
se seguirá retroalimentando. La cuestión no acaba en quienes
predican el odio, sino en quienes no critican a quienes
predican y practican el odio. Aquí se puede añadir una
analogía con el caso de ETA.
P: ¿Cuál?
R: Durante demasiados años esta organización terrorista ha
gozado de dos apoyos sociales complementarios en el País
Vasco. El primero de ellos provenía de que quienes gritaban
en las calles “ETA mátalos” (mientras se señalaba a los
pocos valientes que se atrevían a manifestarse contra ETA en
las calles). Pero el segundo apoyo era aún más penoso. Lo
ejercían aquellas personas que, sin compartir la ideología
radical abertzale callaban y consentían los crímenes de ETA.
Los mismos que cuando se producía algún asesinato murmuraban
“algo habrán hecho” para culpabilizar a las propias
víctimas.
Con otros modos, ese argumento del “algo habrán hecho”
también ha sido aplicado por no pocos musulmanes (y también
por algunos intelectuales occidentales) a las víctimas del
terrorismo yihadista, cuya muerte se explica a menudo como
una consecuencia natural de acontecimientos sobre los que
los asesinados no tenían ninguna responsabilidad: por
ejemplo, la situación palestina, la guerra de Irak, la
decadencia de las naciones musulmanas, etc.
P: Volviendo al Príncipe y a otras zonas con condiciones
socioeconómicas parecidas. ¿La penuria laboral, económica y
social aumenta el riesgo de que se produzca la captación de
potenciales terroristas?
R: Los yihadistas no sólo salen de ámbitos sociales más o
menos deprimidos. La verdad es que el asunto de los perfiles
de personas con más riesgo de ser captadas por grupos
yihadistas no se puede definir en términos socioeconómicos,
aunque es verdad que si uno varía el escenario geográfico a
analizar encuentra diferencias significativas.
Parece que en Marruecos predomina un perfil socioeconómico
bajo, pero si uno se va a Europa encuentra personas con
niveles de educación y renta muy elevados.
P: ¿Tal vez porque en ambos casos se sienten marginados,
aunque como usted decía antes sea sin razón, por Occidente,
por sus vecinos, por otra comunidad...?
R: Si una persona se siente marginada, con razón o sin ella,
porque esa percepción muchas veces está absolutamente
distorsionada y a veces se manipula para hacer política de
una u otra manera, y alguien le ayuda a explicar esa
sensación apelando a un enemigo externo que en este caso
serían los occidentales, los no musulmanes o los malos
musulmanes, es más fácil que sea captada que otra persona
que esté realmente integrada, no sólo en el ámbito laboral o
económico, sino que comparta con el resto de la comunidad
religiosa y urbana en la que vive una serie de valores
básicos para la convivencia.
P: ¿Aumenta el riesgo la vinculación creciente de las redes
ligadas al narcotráfico y otros ámbitos delictivos con las
terroristas? ¿Se ha detectado alguna aproximación de los
radicales a los inmigrantes que llegan a nuestro país?
R: Ha habido casos pero las redes yihadistas son muy cautas.
Saben que es más peligroso captar a un indocumentado o a
alguien que ha cometido pequeños delitos o robos porque ya
están bajo vigilancia policial, por lo que prefieren captar
a individuos aparentemente bien integrados.
Eso no quiere decir que no haya distintos perfiles porque
los hay y ya se están aprovechando de jóvenes implicados en
redes de narcotráfico a pequeña escala, pero si pueden
elegir entre una persona que no está en condiciones legales
adecuadas en España y otra legalizada seguramente escojan a
la segunda porque para desarrollar cualquier actividad
vinculada al yihadismo, no sólo cometer atentados sino
captar fondos, hacer proselitismo o enviar combatientes a
otros lugares, es mejor una persona que no levante
sospechas.
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