La ciudad aguanta el plomizo levante con parsimonia, pocos
turistas recorren las calles y los comercios no consiguen
vaciar sus estanterías. Me choca bastante porque en aquellos
tiempos, en que recorría sus calles como algo mío, los
“paraguayos” eran siempre bienvenidos y el trasiego de
mercancías colmaban las aceras y se amontonaban ante las
viejas naves “Virgen de África”, “Victoria” y “Ciudad de
Ceuta”.
Han pasado cuarenta y tres años de mi vida y de la vida de
la ciudad; cuarenta y tres años que no plantaba mis pies en
el viejo estadio Alfonso Murube, testigo de días de gloria y
también de penas. De victorias sonadas y derrotadas
apabullantes. Campo de rala hierba, más seca que un higo y
con tantas calvas que uno se quedaba calvo cada vez que
caía. Campo donde yo libraba batallas memorables junto a
jugadores de la talla de Ramoní, Galván, Quico, Juan Ronda,
Ordoñez, Lolo Bermúdez, Jiménez, Sánchez, Pirri, Del Real,
Bascuñana, el “Chispa”, Rincón, Barranquero, Álvarez, Muñoz,
Garcés, Troyano, Larios, Berrocal y otros muchos que hoy y
en éste momento no recuerdo pero que los tengo en la punta
de la lengua.
Entonces primaba el Atlético de Ceuta de los Ayala, Correa,
Alonso, Anta, Totó, Enry, etc. un memorable equipo que daba
tardes de gloria a la ciudad y alguna que otra goleada de
escándalo como aquella al Bollullos por 9-0. Imborrable
recuerdo de las banderas de todos los equipos, de la 2ª
División Grupo Sur de entonces, ondeando en la banda de
general y la tribuna repleta de vociferantes hinchas con los
Bernet delante.
Cuarenta y tres años después, junto con algunos periodistas
locales de renombre y bajo la mirada del editor, mi posible
jefe, observo la presentación de otro equipo. Otro equipo
representativo de la ciudad. Equipo que en mi tiempo lo
formaba jugadores de una talla descomunal (Larios, Pirri,
etc.) y en el que jugué un corto espacio de tiempo antes de
fichar por el C.D. Diamante de Juan Blanca. Equipo éste al
que el Imperio de Ceuta, guiado por Ramoní y llevado por
Pepe “El Guardia”, no conseguía eliminar en las semifinales,
para desespero de Pepe y al que sólo frenaba el C.D.
Fundador, de la familia Martel, con sede en el Bar La Viña
de la calle Juan I de Portugal.
El actual equipo de Ceuta promete mucho, pero esto ya es una
crónica que llevan los periodistas dedicados al deporte, no
voy a pisar ese terreno porque aunque lo quisiera no es mi
estilo. No tengo madera de narrador de gestas o fracasos
deportivos, prefiero practicar el deporte, no escribirlo.
¿Saben Vds. que he sentido envidia? Pues sí señores, he
pernoctado en el mismo hotel donde se alojaban los
futbolistas del Ceuta y comparar sus lisos vientres con el
mío, ya me trae una congoja de ver cómo el tiempo hace
estragos en uno y lo condena a seguir el camino, fondón si
quieren, de quienes saben que nunca más recuperará aquellos
esplendores y aquellas tristezas.
La tarde-noche de fútbol trajo un relax emotivo. Gente a la
que no veía, de paso diré que tuve la oportunidad de saludar
a Vivas, y con la que no trataba. Desde el simpático
responsable de la puerta de palcos, con el que dialogué
sobre las jugadas y los goles, hasta el hombre que ayudaba a
un niño que se había perdido. Gente dicharachera, con sus
buenas y malas uvas, pero gente de Ceuta.
Que todo un Real Betis Balompié, de Cúper, encaje cuatro
goles es lo de menos. Que Ceuta siga demostrando en todos
los frentes que existe es lo más que quiero. Ceuta no
necesita demostrar su españolidad, aunque algunos exaltados
lo promulguen, porque es y será ciudad española. No necesita
gritar a cada momento su condición. Sólo necesita demostrar,
con sus hechos, su valía imperecedera.
Sólo hay que meter, en todo caso, la idea de que no puede
seguir siendo un plaza militar; un terreno acotado; un
reducto de nostálgicos del régimen que, como mi juventud,
nunca volverá. La Patrona ya está cansada de coger el aleo y
tiene ganas de tomarse unas vacaciones, Ella sabe que los
caballas la votaran siempre, más que a cualquier político,
pero ya debe tener su perenne Mano tan agarrotada de sujetar
una insignia humana, sin contar con el tremendo peso de su
Hijo al que tiene que estar sujetando por la eternidad.
Dejémosla descansar, os lo agradecerá sumamente.
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