No crean que me es fácil ponerme
frente al ordenador ni, tampoco, intentar “estar al día”. Ya
sé que me estoy pegando una “jartá” de vacaciones un tanto
peculiares, cierto es, pero al menos cambio de aires y bajo
un poco la “barriga de la felicidad”. Sin apenas darme
cuenta y para alegría de mi esquilmado bolsillo me han
metido a guía de montaña, con lo que no se pueden imaginar
las pateadas y subiditas que me pego acompañando a un
variopinto personal con la sudada mochila a la espalda. Eso
sí, los paisajes son espectaculares, las empanadas y los
“bocatas” del Dani están riquísimos y la compañía turística
a la altura; hay muy buena gente por ahí. Pues eso, haciendo
amigos “al natural” y no escribiendo, que se le “pegan” a
una cada tipo de amistades que no veas… Claro que la
comedura de tarro no me la quita nadie, además del goteo en
euros que supone llamada por aquí y llamada por allá
intentando contrastar asuntillos noticiables para mi
compromiso diario con ustedes. Ya se lo había prometido al
editor: “me voy pero no del todo y desde donde fuere, con
frío o calor, ¡voto a Breogán que enviaré la columna de cada
día!”. Inch´Alá, naturalmente.
Repasando pues el “pote” de las noticias me encuentro con
una interesante entrevista a Gustavo de Arístegui, publicada
anteayer mismo en el diario “Asharq Al Awsat” (Oriente
Medio) y de las que les entresaco algunos párrafos que se
comentan por si solos, a ver que opinan. El joven pero
veterano político al que he tenido el gusto de tratar en
algunas ocasiones, portavoz de Exteriores del PP en el
Congreso De los Diputados, se declara optimista en cuanto a
los contactos directos entre Marruecos y el Polisario (“un
paso de gigante que reviste una extrema importancia”),
matizando obviamente que “La autodeterminación del Sáhara no
significa necesariamente la independencia”. Según apunta
Arístegui, los contactos suponen “un paso importante en la
vía de solución del problema del Sáhara para poner fin a
este viejo conflicto de más de 30 años”, contribuyendo su
resolución a “la estabilidad de la región del Magreb”.
“Marruecos -señaló finalmente- es una de la prioridades de
la política exterior del Partido Popular”, añadiendo que
“por esta razón concedemos importancia a su estabilidad y a
las evoluciones positivas en los ámbitos políticos y
económicos”, siendo deseable implementar entre ambos países
“una red de intereses recíprocos”. Palabras que, estoy
seguro, no caerán en saco vacío y, bien al contrario, serán
analizadas “avant la lettre”.
Sin entrar en el desastrado papelón jugado por nuestro país
en el proceso de descolonización de la antigua ¡provincia!
española, el pendiente problema del Sáhara Occidental ha
emponzoñado las relaciones con un Reino de Marruecos que,
curiosamente, siempre vendió a su opinión pública el escollo
que suponía España (y no digamos con el “malvado” Aznar a la
cabeza del gobierno) para la definitiva incorporación de las
“Provincias del Sur” (anexionadas digamos que de aquella
manera) al patrimonio del Reino de los Alauís. Soplan nuevos
tiempos y, según hasta donde se, a mi modesto entender lo
que mejor puede hacer el Frente Polisario es salvar los
muebles; la generosidad es una de las virtudes de Rabat.
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