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De antiquísima tradición, la
ofrenda floral a la Patrona, la Virgen de Africa representa
uno de los momentos más esperados de estas Fiestas
Patronales.
Santa María de Africa. Con esta advocación se venera a la
Madre de Dios en la Ciudad Autónoma de Ceuta. La historia
nos dice que fue enviada a estas tierras del norte de África
por el Hijo de D. Juan I de Portugal, el Infante D. Enrique,
de sobrenombre, "el Navegante": "Os envío una imagen de la
Virgen María, asaz devota mía" confirmando que a la misma ya
se le había rendido culto antes de ser traída a Ceuta.
Enrique el Navegante pidió a cambio de esta singular
donación que "cada semana, el día del sábado se diga una
Misa y antes de comenzarla se pida a los asistentes en alta
voz y por amor a Dios un Padrenuestro y Avemaría por mi
alma". La imagen fue encomendada en nuestra Ciudad a la
Orden de los Caballeros de Cristo, de la cual el Infante era
gran maestre.
Hoy en día, la Hermandad de Caballeros, Damas y corte de
Infantes de Nuestra Señora de África continúa, custodiando y
velando por el mantenimiento de la orden que encomendó en su
día Enrique el Navegante.
La Virgen de África se erije en la protectora no sólo de
Ceuta, sino que contempla bajo su amparo y dolor el
sufrimiento de tantos hijos del mismísimo continente
africano.
La tradición marca este día, 4 de agosto, como el del
ofrecimiento de flores a María, la Virgen de Africa. Un año
más, desde que se reiniciara la Asociación de Vecinos del
Centro la participación masiva de los infantes y de los
propios vecinos asociados en esta antigua tradición, cada
año una asociación de las inscritas bajo la Federación de
Asociaciones de Vecinos, organiza esta parte más propia del
folclor popular.
Un acto donde los ceutíes de hermandades, cofradías,
asociaciones de vecinos y ciudadanos en general participan
activamente engalando de flores y pétalos a la excelsa
figura de la Patrona en las puertas del santuario que lleva
su nombre. Hoy es un día bien m arcado en el calendario del
ceutí, de cualquier ceutí, de todos los ceutíes.
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OPINIÓN / EDITORIAL
