La sorpresas son sorpresas,
mientras el que va a ser sorprendido ignora el asunto.
Cuando al sorprendido se le dice de qué va la sorpresa que
le están preparando, éste carece de toda clase de ilusión al
recibirla, puesto que, con antelación, era conocedor de la
misma.
La sorpresa que nos tenía preparada el presidente de la
Ciudad junto al viceconsejero de festejos para el próximo
año en las fiestas patronales, ha dejado de ser una sorpresa
porque todo el mundo lo sabe.
La sorpresa, para la próxima feria, consistía en traer
coches de caballos para pasear al personal por el recinto
ferial. Oiga, amigo guardia, una buena idea eso de dar
paseos al personal por el recinto ferial subido en coches de
caballos. Servidor se pide primer para tal menester.
Con los caballos no vamos a tener problema alguno. Todo
consiste en traerlos de Alemania donde los envió el GIL para
ponerles el freno de mano, con miras a la baja de la calle
Real.
El gasto de traerlos correría a cargo de todos aquellos del
GIL que fueron colocados, ganando una pasta gansa, por el
Partido Popular. Muchos de los cuales aún continúan con
buenos carguitos y aumentada la pasta gansa por aquello de
que, cada año, sube el coste de la vida.
Sería todo un detalle de su parte prestar esa colaboración
que, además, no les iba a suponer mucho desembolso
económico. Uno cree, con toda sinceridad, que el transportar
esos caballos incluidos la colocación del freno de mano y
dar una fiesta para cinco mil personas con la actuación de
mi gran amigo Julio Iglesias, les podría salir a cada uno de
ellos, tirando por lo alto, a un céntimo de euro per capita.
¡Son tantos!
En esa fiesta, además, podríamos poner de postre, por un
suponer, manzanas muchas manzanas para que, cada uno de los
comensales invitados al asunto, le diesen un bocadito y de
esa forma cobrarles el bocadito, poca cosa par de céntimos
y, con ellos, traernos de Murcia todos los carruajes
necesarios para el evento.
Jefe, perdone, por qué razón tenemos que traernos los
carruajes de Murcia. Podríamos, por un suponer, traerlos de
Jerez o de Sevilla que nos cogen más cerca.
Lo sé, enano, lo sé. He dicho traerlos de Murcia porque es
lo primero que se me ha venido a la cabeza. Quizás como he
hablado de poner de postres manzanas, muchas manzanas, se me
ha venido a la mente la rica huerta murciana y, seguramente,
esa sea la causa por la que he dicho Murcia.
Total que la sorpresa ha dejado de ser sorpresa, todo
quisqui sabe ya lo que va a pasar el próximo año en las
fiestas patronales. Con ello, al decírselo a ustedes le
hemos quitado, por un suponer, al presidente Vivas o al
viceconsejero de festejos, la oportunidad de que fuesen
ellos los que, en su momento y a su debido tiempo, diesen la
noticia de esa sorpresa que, todo hay que decirlo, sería una
jartá de bonita.
En fin, ya lo saben ustedes, el próximo año podrán ir en
coche de caballo a la feria.
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