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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Ni rejas ni sofocones
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Algunas amistades caballas-magrebís que han encontrado un ratito para acercarse hasta la “tierrina”, después de haber conocido -incluso bíblicamente hablando- tanto la costa (que por aquí dicen “la marina” o “la mariña”) como la montaña comentan, invariablemente y no sin asombro, dos cosas: la bondad del clima, que permite dormir de vicio y la seguridad que se respira, siendo raras en las casas la existencia de enrejados en las ventanas u otros sistemas de protección pasiva. Y es que vivir en el Principado, como dice el mensaje y canta la tonada (“Todo el que nació en Asturias puede, ya, decir que nació en la gloria”), es vivir en el Paraíso.

En cuanto al clima poco hay que decir, salvo que como el Díos del Génesis es el que es y pese a algún inclemente chaparrón (la arruga es bella… y la mojadura también) no deja de ser un consuelo estar a suficiente distancia de la morena línea de Despeñaperros (¿qué “infieles” despeñarían?: ¿musulmanes o cristianos…? Quizá por turnos…) y, por tanto, de esa España del sur que hacia finales de este siglo se verá sometida, según un solvente informe del ‘Instituto Nacional de Meteorología’ dado a conocer en febrero de este año, a una “saharización” sin precedentes, con una reducción de las lluvias en un 40% y un aumento de varios grados en la temperatura Pero nada, sigamos concentrando todo tipo de población y construyendo campos de golf para que al final la realidad luzca conjuntada, como los anuncios de las rebajas: africanización “pret a porter”, demográfica y climática. Un doble reto éste, “el mayor al que se enfrenta España” (el cambio climático) según advirtió la atractiva y pizpireta ministra Cristina Narbona.

Otro de los debates suscitados fue el de la seguridad, con referencias comparadas a Cataluña y Levante de donde algunos eran originarios. Si la doble amenaza terrorista (islamista y de ETA) ha vuelto a ponerse en cabeza en las preocupaciones de los españoles, la sensación de inseguridad (asaltos a viviendas, bandas organizadas de delincuentes, alza de la criminalidad…), cierta o no, se está empezando a sentir sobre todo en algunas regiones, por lo que la calma y tranquilidad que se respira por estas tierras norteñas no dejaban de apreciarse como valores en alza: un lujo, digo. -“Y es que, pateando por los pueblecitos de la montaña, salvo en tu casa apenas hay rejas en las ventanas…”. Después de responder con un lacónico “ya”, tomo carrerilla: “pero hay una escopeta debajo del colchón de cada matrimonio”. -“Qué dices…?”. “Pues eso” -y remato-: “Por aquí la gente es amable y sosegada, hospitalaria pero un poco bruta (y me incluyo): si alguna de esas bandas que pululan por otros lugares de la geografía española se les ocurre en mala hora perderse por aquí… pues van a perderse para siempre, pero en forma de abono. Más temprano que tarde, dada la idiosincrasia geográfica y cultural de la comarca, alguno caerá entre las manos del vecindario y, si es de noche y después de haberla armado, ese no amanece… Y luego que investiguen, aquí como en Fuenteovejuna: si la autoridad competente no protege eficazmente a la ciudadanía, ésta se verá obligada a tener que defenderse y lo hará sin temblarle el pulso”. Lo dicho.
 

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