¡También tienen derecho las
criaturas! No. No me refiero a los políticos a los que
considero, mayoritariamente, obtusos y escasamente
operativos, sino a los tres millones de familias que
ocuparán los tres millones de vehículos que se prevén
desplazándose durante las jornadas de ayer y de hoy. Dos
operaciones entrelazadas, la entrada para quienes han
vacacionado el cálido mes de julio y se enfrentan a estreses
posvacacionales y ciudades agobiantes y la salida
disparatada y voraz de quienes se aferran a los calores
agosteños para disfrutar de la holganza y del dolce far
niente, que dirían los italianinis, siempre tan cursilones,
que son más cursis con el habla de ellos que una morcilla de
caviar de Beluga. Y la ciudadanía a galope, buscando
carreteras y atosigando las autovías entre atascos y
retenciones, con los cartelitos apocalípticos anunciando
muertos y desaparecidos y con la letal injusticia de
comprobar de que, a quienes nos quitan los puntos del carnet
y nos brean a multas (todo es poco para sacarle los ojos a
los contribuyentes porque, el Estado de las Autonomías
genera cuantiosos gastos) mientras que a los extranjeros les
dejan vivir, por más que transiten por nuestras carreteras
con coches sin ITV, del año de Maricastaña, atestados y
sobreocupados, sin visibilidad para el conductor y con
cargas que superan incluso el volumen del vehículo. A esos
nada. Ni retirada de puntos, ni incluso pedirles el carnet
de conducir, u obligar a que, del coche de cinco plazas
bajen los siete ocupantes que van de más. Nada. Los multones
para los curritos y las marujas que se han quitado de comer
para alquilar un apartamento, no en el verdor frondoso de un
exótico destino tropical, sino entre la jungla de cemento de
lugares tan atestados y espantosos como Benidorm.
Les contaré que, estando yo trabajando en el periódico de
Marbella, un periodista contrario se atrevió a denominar al
pueblo Marbellidorm y, los marbelleros, terriblemente
agraviados, querían hasta declarar al opinador “persona non
grata” y quemar el artículo en cuestión en la Plaza de los
Naranjos, en plan Auto de Fe.
¿Qué preguntan con cara de husmeadores? ¿Qué si los
politicastros veranean en selvas de cemento y ladrillo que
desembocan en playas atestadas de sombrillas donde no huele
a mar sino a sobaquina y bronceador protección 20? Pues yo
diría que no. No me pega. Y me refiero a los políticos de
relumbrón y pensiones blindadas, de hecho, el que no tiene
pensión blindada es político de tercera regional, pedrá en
la cabeza del árbitro incluida, los señoritos de la rex
pública van luciendo escoltas y en coches climatizados que
les pagamos ustedes y yo ¿Qué ustedes no quieren pagarles
coches climatizados y que si tienen calor que se abaniquen
con un pai pai y no nos porculeen más? ¡Impíos! Dicen que
Zetapé vacacionará en el paraíso de Doñana en un palacete
¿Qué si paga mucha renta? No. Esos, los importantes, van de
gorra y por la cara a lugares de ensueño que, encima
consiguen que declaren propiedad del Patrimonio Nacional,
para disfrutarlos y no gastarse un puto duro en
mantenimiento, restauración o Ibi. Bueno, no todos los
importantes porque, Aznarín, el del bigotín, alquilaba y
apoquinaba por un chalet en Oropesa y nunca permitió
gorronear el patrimonio inmobiliario de todos los españoles.
Aznar pagaba. Porque tenía vergüenza y “sentía” que, los
privilegios abrumadores, cabrean y abruman a quienes tienen
que quitarse de comer para alquilar cincuenta metros y
meterse once de familia en plan amortización.
¿Qué si me ha invitado el relamido Federico Trillo a la olla
de chipirones con la que agasaja a los periodistas cada
verano? Ni me ha invitado ni pienso ir de gorra, porque me
dan asco los chipirones, si ofreciera una buena merienda con
golosinas y pasteles sí que intentaría hacerme la
despistadilla y colarme, para hacer gasto. Pero, ni aún
invitada quiero tener nada que ver con los políticos, yo soy
Maruja , aunque no veranee en Benidorm.
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