Van casi diez años desde aquel “semi plante” de 1998, y en
estos años el ciclismo se va hundiendo un poco más cada vez,
por lo que no hay prueba de las importantes en la que no
aparezca algún escándalo que va a llevar a este deporte a la
ruina total.
El martes y el miércoles han representado el ataque frontal
más duro que había tenido este deporte en toda su
existencia. Hasta ahora los escándalos habían sido muchos,
ahora recordamos cuando a Pantani, en su propio Giro se le
mandó a casa, ahora volvemos a recordar el final del Tour
del pasado año, y para que aquello quede como un simple
juego de niños, ahora mismo se ha puesto la guinda al pastel
con la expulsión de Rasmussen, siendo líder, teniendo
asegurado el triunfo del Tour 2007, y después del recital
grande de verdad, en la etapa reina de esta edición en el
Aubisque.
El ciclismo, creo, no va a salir de la uvi, yo diría que,
ahora mismo, tiene firmada su partida de defunción y tan
sólo un milagro lo podrá salvar, al menos en el ámbito
profesional.
Porque, además, la expulsión de Rasmussen no ha sido por
haber dado un positivo. La expulsión de Rasmussen viene de
otros problemas, anteriores al Tour, cuando esquivó dos
controles de la UCI y otros dos de su selección, por no
estar localizable en el momento en el que tenía que haber
pasado dichos controles.
Aquí, en esas ausencias, le empezó a amenazar la espada de
Damocles, y ha sido el propio equipo, el que para “lavar su
imagen” lo ha expulsado.
Pero lavar su imagen ¿De qué?. Aquí hay más de una mano
negra detrás de todo esto y el escándalo ya no hay quien lo
levante. De poco nos sirve ahora que se diga en Rabobank que
se le ha mandado a casa porque el corredor danés ha mentido.
Eso no vale nada, porque si hay sospechas ahora, también los
habría hace tres semanas, y por tanto, que no le hubieran
dejado salir, con lo que había sucedido las semanas
precedentes.
El Tour, santo y seña, de tantas gestas gloriosas en
ciclismo, está rompiendo todos los esquemas y va a terminar
con el ciclismo, porque ya me dirán ahora, qué es lo que
queda medianamente potable para salir en la Vuelta a España,
una vuelta devaluada un poco más cada año, desde que se
comenzó a correr en el mes de septiembre.
Volviendo al Tour, también la “imagen” o su imagen ha jugado
un papel decisivo, por cuanto este año los organizadores no
tenían a nadie dispuesto a entregar el trofeo, que lo iba a
ganar el danés. Todo estaba más que preparado, desde hace
tiempo, y el cabeza de turco no podía ser otro que el
virtual vencedor, con lo que el escarmiento era más grande.
Antes del comienzo de la etapa reina ya había habido otro
problema, y muy serio, Vinokourov había tenido que abandonar
la carrera, por “¿Doping?”. Otro de los grandes, otro de los
que sirven como paradigma de la “honradez de los franceses
en su vuelta”. Esto es una vergüenza, y que haya quien siga
ese rollo es más vergonzoso todavía. Porque lo que se está
haciendo con el ciclismo no tiene nombre y ni los criminales
más consumados reciben unas vejaciones como las que están
recibiendo los ciclistas.
Y es que a cualquier criminal incluso cogido con las manos
en la masa se le juzga y se le condena, cuando se le
condena, tras probar plenamente eso y sin que quede ninguna
duda, pero a Rasmussen se le ha echado del Tour, dicen que
su propio equipo, por mentir, o por hacer trampas. Bueno...
.
|