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OPINIÓN - LUNES, 30 DE JULIO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Educación para la crítica

La asignatura de Educación para la ciudadanía y los derechos humanos comenzará a impartirse durante el próximo año académico en los colegios de Asturias, Cantabria, Andalucía, Cataluña, Navarra, Extremadura y Aragón. Aún así, antes de su llegada a las aulas, su puesta en marcha ha generado un debate con pocos precedentes en el mundo educativo español gracias a la férrea oposición a la misma que han expresado sectores del Partido Popular y la Iglesia. La nueva materia, evaluable, fue introducida por la Ley Orgánica de la Educación (LOE) dentro del currículo de Primaria, Secundaria Obligatoria y Bachillerato en respuesta a las indicaciones del Consejo de Europa, que hace cinco años recomendó a todos los estados miembros que hicieran de la educación para la ciudadanía democrática un objetivo “prioritario” de su política educativa.

Sus contenidos en Primaria abarcarán tanto la adquisición de conocimientos formales como aspectos prácticos partiendo de lo personal y el entorno próximo (identidad, emociones, autonomía, derechos y responsabilidades individuales) para poder abordar después lo colectivo: la convivencia social que establece la Constitución, derechos y responsabilidades colectivas. En Secundaria, dividida en dos asignaturas distintas (‘Educación para la ciudadanía y los derechos humanos’ y ‘Educación ético-cívica’), se tratarán “procedimientos, habilidades sociales y actitudes básicas para el desarrollo de una buena convivencia y de la ciudadanía democrática” desde el aprendizaje de lo social y desde la reflexión ética.

El problema parece ser la visión de la familia y la sexualidad que trasladará esta asignatura: a la Iglesia y los que piensan como su jerarquía no le apetece que el alumno pueda oír juicios sobre el matrimonio gay que no concuerden con lo que le digan en clase de religión católica, la mejor prueba de que efectivamente es necesaria una iniciativa educativa que fomente el asentamiento de valores efectivamente democráticos en nuestro país hasta conseguir que se puede hablar de cualqiuer tema sin peligro de adoctrinamiento: la educación cívica no significa que se hable de sus temas sin sentido crítico, sino precisamente todo lo contrario.
 

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