La asignatura de Educación para la
ciudadanía y los derechos humanos comenzará a impartirse
durante el próximo año académico en los colegios de
Asturias, Cantabria, Andalucía, Cataluña, Navarra,
Extremadura y Aragón. Aún así, antes de su llegada a las
aulas, su puesta en marcha ha generado un debate con pocos
precedentes en el mundo educativo español gracias a la
férrea oposición a la misma que han expresado sectores del
Partido Popular y la Iglesia. La nueva materia, evaluable,
fue introducida por la Ley Orgánica de la Educación (LOE)
dentro del currículo de Primaria, Secundaria Obligatoria y
Bachillerato en respuesta a las indicaciones del Consejo de
Europa, que hace cinco años recomendó a todos los estados
miembros que hicieran de la educación para la ciudadanía
democrática un objetivo “prioritario” de su política
educativa.
Sus contenidos en Primaria abarcarán tanto la adquisición de
conocimientos formales como aspectos prácticos partiendo de
lo personal y el entorno próximo (identidad, emociones,
autonomía, derechos y responsabilidades individuales) para
poder abordar después lo colectivo: la convivencia social
que establece la Constitución, derechos y responsabilidades
colectivas. En Secundaria, dividida en dos asignaturas
distintas (‘Educación para la ciudadanía y los derechos
humanos’ y ‘Educación ético-cívica’), se tratarán
“procedimientos, habilidades sociales y actitudes básicas
para el desarrollo de una buena convivencia y de la
ciudadanía democrática” desde el aprendizaje de lo social y
desde la reflexión ética.
El problema parece ser la visión de la familia y la
sexualidad que trasladará esta asignatura: a la Iglesia y
los que piensan como su jerarquía no le apetece que el
alumno pueda oír juicios sobre el matrimonio gay que no
concuerden con lo que le digan en clase de religión
católica, la mejor prueba de que efectivamente es necesaria
una iniciativa educativa que fomente el asentamiento de
valores efectivamente democráticos en nuestro país hasta
conseguir que se puede hablar de cualqiuer tema sin peligro
de adoctrinamiento: la educación cívica no significa que se
hable de sus temas sin sentido crítico, sino precisamente
todo lo contrario.
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