En el retén de García Aldave trabajan algunos de los
voluntarios que acudieron el año pasado a Galicia para
ayudar con los incendios forestales que devastaron esa
comunidad autónoma. Iñaki Castaño y José Antonio Romero
coinciden en destacar que al llegar a Galicia les impactó la
“gran nube de humo” y que desde la carretera podían verse
varios focos activos.
La experiencia, dicen estos Bomberos, fue “positiva” porque
no solo adquirieron nuevos conocimientos sino que también
realizaron actuaciones que nunca habían ejecutado antes.
“Hicimos cortafuegos que aquí no podemos hacer porque no hay
suficiente superficie y aprendimos una cosa muy bonita, un
contrafuegos, que es meter fuego a una zona para unirse a
otra que está quemada para que no inicie otro fuego por otro
lado”, explica Castaño.
Los voluntarios ceutíes apagaron fuegos en el pueblo de
Avión, refrescaron zonas calcinadas y posteriormente
hicieron guardia en el retén de Orense porque todo el parque
móvil de la ciudad permaneció en el monte sofocando el
fuego.
“Recuerdo la despedida del pueblo de Orense. Todo el mundo
nos pitaba por la carretera cuando nos marchábamos”,
concluye.
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