No se trata de una película de Bruce Lee, lo he lla-mado así
a lo que pudo ser una pelea a vida o muerte, porque ninguno
de los contrincantes está.
Nunca se sabe cuando una his-toria puede ser tan real como
ficti-cia y yo con este, este calor que ha-ce Sufrir un
currante un desgaste físico lo define que no sabe si es una
imaginación mía y me dirán Javi, que tu eres muy exagerao! .
Mi historia es que su protagonista lo llamaría Larbi, Larbi
era de Ma-rruecos, supongo de Tetuán, con un gorro como Los
Charrúas de Quiñones, y un palito, me cuidaba el coche, una
propina, un saludo servicial, un bailoteo cuando te
es-cuchaba la música del cassette, y aguanto sol a sol, frío
o lluvia. Varios meses, día tras día, alguna camisa
diferente, mejor o peor co-lor en la cara, yo decía sabrá
Dios lo que come este chico.
El gorro siempre el mismo, su indumentaria como en Carnaval,
cambiaba según que tipo imitar, pero su gorro siempre el
mismo esa era su comparsa día a día. Pe-ro chas, me
encuentro un día que Larbi no está, me lo han quitado por
otros dos, que ya no me dan confianza Larbi me decía, Señor
si hoy no tiene, otro día, tu tranquilo amigo. Estos ya los
tengo encima del cristal, que me entre mucho miedo. Larbi
donde estás, que me lo han quitado de en medio. Qui-zás
cuando me iba con lo que her-vía el coche, con ese calor
insopor-table, será que voy para viejo, y me quejo de todo,
leches. Que yo decía que habrá sido de Larbi, se habrán
hecho un juramento por ocupar el terreno de cuidar los co-ches,
habrán luchado a muerte con arma blanca si la sangre es ro-ja
y el luto es negro, se habrá fuga-do en una patera, habrá
llegado y a lo mejor lo veo por televisión re-cogiendo
fresas o vendiendo colla-res. Habrá vuelto de donde vino y
el decía que no debía haber salido o que no quería volver,
que lo en-gañó los anuncios de televisión, los concursos
millonarios y los anuncios del Caribe Mix, y se en-contró
que todo era diferente. En-tonces como desapareció, que fue
de el, me repateo mil veces, cuan-do aparecen los otros y el
no está, porqué perdió el combate, el pulso que le echaron,
una pelea dura y cruel a la luz de la luna no se sabe si
utilizaron la frase gana el que pierde, si se salvó o si
volvió sano y salvo a su casa, o cruzó el Estre-cho de la
muerte o el paraíso para muchos, quizá no querría volveré a
ver asomar su gorro charrúa por entre la maleza del
aparcamiento, o verte por Antena 3, porque quizá no quería
volver ni muerto a pasar la miseria, la injusticia y el ham-bre
en su humilde barrio. Pero no sé como sería el final de
Larbi en esta historia que no sabe uno co-mo empieza y donde
termina de un inmigrante, sin collares de oro, sin Reeboks
sin walkmans, ni mó-viles, en aquel llamado Ultimo Combate.
|