No puede calificarse menos que de
milagro el hecho de que algunos españoles todavía
conservemos algo de pelo en lo alto de nuestras cabezas. Sí,
señores, en toda la reciente historia de nuestra patria (me
gusta el vocablo porque cabrea a todos los separatistas)
creo que no ha habido ningún gobierno que se haya dedicado
con más ahinco a dárnosla con queso. Y es que, desde que
existe (al menos nominalmente) la democracia, no ha habido
en España un gobierno que haya falseado más las situaciones;
que haya tergiversado más la realidad y que haya tomado el
pelo con más caradura a la ciudadanía, parte de la cual,
todo hay que decirlo, está encantada de que se lo tomen e
incluso está dispuesta a facilitar los utensilios para que
se lo sigan rapando. Ya saben “sarna con gusto no pica”.
Una de las más recientes jugadas del señor Rubalcaba ha
sido hacer que se cambien, sin el menor rubor ni vergüenza,
los datos de los etarras detenidos en el 2007, que figuraban
reseñados en la página web del Ministerio del Interior, en
la que aparecían sólo 15 detenidos; pero ¡pásmense ustedes!
por arte de birlibirloque, de repente, aparecen 43 ¡casi
nada! Esto es lo que en algunos lugares se llama “criar
carne” o sea engordar, en este caso las cifras. Primero la
Presidencia del Gobierno contestó a una pregunta del PP
diciendo que eran 42 (fruto del acuerdo con ETA de
restringir durante la negociación las detenciones de
etarras); sin embargo esta cifra no coincidía con la que
manejaba el Ministerio del Interior, que sólo eran 15.
Aunque les pueda sonar a cosa de locos nadie pareció darse
cuenta de la abismal diferencia hasta que, el pasado
miércoles, la web de interior sufrió una metamorfosis
radical, elevándose la cifra de etarras detenidos hasta
alcanzar, en un vertiginoso e incomprensible ascenso, la
cifra de 43.
Al parecer, porque milagros los hay pocos y siempre a favor
de santas personas, lo ocurrido ha sido que, para cuadrar
los números con los de la Presidencia del Gobierno, han
incluido como criminales de ETA a algunos de los detenidos
de la Kale Borroca. O sea, que para según que casos, los de
la Kale Borroca sólo son niñatos, mal educados, que se
divierten quemando autobuses, incendiando a algún guardia y
destruyendo cajeros de bancos ( cuando se trata de
imputarles delitos); pero, cuando conviene hinchar el número
de detenidos de ETA, porque se hayan cambiado las tornas, la
banda ha roto la tregua y es el momento en que el Ejecutivo
tiene que sacar pecho para justificarse ante la ciudadanía
por haber negociado con la banda y haber salido trasquilado
en el intento; ahora, sí, ahora los de las Juventudes de
Batasuna sí son verdaderos compañeros de los criminales de
ETA.¡Tendrán morro! Pero vean: aquí nadie se alarma, ni se
rasga las vestiduras, porque para mucha gente corriente es
lo más natural del mundo.
Y hablando de lo más natural del mundo, conviene que nos
fijemos en las juventudes socialistas. ¿Qué quiénes son
estos sujetos? Poco habrán oído hablar de ellos, al menos
durante los tres últimos años. En realidad no eran ni son
nadie, pero ahora que van a celebrar su congreso – digamos,
de paso, que va a ser amenizado por ilustres personalidades
como el señor Pepito Grillo socialista, el señor Blanco, de
reconocido prestigio en el mundo jurídico, y será cerrado
por el señor Rodriguez Zapatero – quieren hacerse notar y,
por si fuera poco, lo han hecho por medio de un video en el
que, en un partido de rugby, se pintan como malos a los del
PP y, naturalmente, como buenos figuran ellos mismos. Pero
lo plantean como si fuera una guerra entre ambos bandos;
nada de la aireada paz de Zapatero, nada del talante
cachondo del Presidente y nada de ir contra la “crispación”;
no señores, se trata de lanzarles a los del PP un misil para
hacerlos desaparecer del mapa. ¡Magnífica lección de
convivencia pacífica! Pero han incurrido en algo que parecía
imposible que se pudiera repetir en la historia de España,
¡han resucitado el vocablo “rojo”! se han autocalificado
como sus antecesores de la guerra civil. Vamos a ver si
recordamos algo de lo que hicieron las Juventudes
Socialistas de entonces. Por ejemplo, fueron los
instigadores de la revolución de octubre de 1934, levantando
en armas a media España, entre otras las provincias de
Asturias, Cataluña y Madrid, contra el legítimo ( mayoría
aplastante de la derecha) gobierno de la República
instaurado en 1933 (fueron los socialistas los que armaron a
los mineros con armas que trajo un barco llamado Turquesa);
también fueron los que implantaron, con los comunistas de
la GPU, las chekas en Madrid, Barcelona y Valencia;
provocaron huelgas por todo el país para conseguir desbancar
a la derecha del poder y fueron ellos los que traicionaron a
sus compañeros de la CNT y el POUM, en mayo de 1937, por no
compartir los ideales comunistas de Moscú.
Pero no los pierdan de vista, estos nuevos “rojos” serán,
en el futuro, el arma que utilice el señor Zapatero para
volver a aquellos tiempos del estado totalitario. No quiere
una oposición fuerte y vigorosa que le pueda pedir cuenta de
sus actos y, por eso, está empeñado en acabar con el PP, sea
como sea, y una de las formas que tiene en sus manos es
crear un organismo paralelo, un remedo de los de la guerra
civil, que puedan dedicarse a hacerle el trabajo sucio
mientra él se refocila en su Alianza de Civilizaciones y se
llena la boca de la famosa paz. Una paz con trampa, porque
con este señuelo espera que los españoles nos traguemos el
anzuelo y, cuando queramos darnos cuenta, estemos atrapados
en las redes del neocomunismo, de éste que se está
imponiendo en el Cono Sur americano por sujetos tan
impresentables como Hugo Chavez, Morales o Correa. Hace tres
años parecía imposible pero, tal y como están las cosas, si
nadie reacciona ante el panorama que se nos presenta, no nos
podremos quejar de lo que nos depare el destino.
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