Ha sido una semana movida e
interesante en asuntos policiales, primero, como
comentábamos ayer, la detención del Solitario, en tierras
portuguesas, poniendo fin a muchos años de incertidumbre y
problemas, creados por este pájaro, que ya ha sido enjaulado
en Portugal, y que ojalá sea trasladado, en septiembre a
España.
Si esta noticia era importante, para mí lo ha sido más la
detención de Roberto Flórez, ex miembro del CNI, que
“parece” que suministró información a los servicios secretos
rusos, a cambo, claro está, de un dinero interesante, entre
los años 2001 y 2004.
Fue, precisamente, en el 2004 cuando a petición propia causó
baja en el Centro Nacional de Información.
El ex miembro del CNI fue detenido en Tenerife, su
residencia actual, y por parte del director de ese organismo
se ha dicho que “la seguridad nacional no había corrido
riesgo alguno”. Bueno ... .
A pesar de que desde algunos ámbitos se quiere santificar,
como buen profesional, con actuaciones brillantes, lo cierto
es que, en un momento dado, parece que en el año 2001,
empezó a seguir unas prácticas que le convirtieron en un
tipo que era una amenaza para el espionaje español, uno de
tantos topos que surgen en los momentos más inesperados.
Con Roberto Flórez García los servicios de inteligencia de
Rusia se estaban beneficiando de la informaciones que él les
proporcionaba.
El jefe de los espías nacionales Alberto Sáiz, en rueda de
prensa, garantizó que la seguridad nacional nunca se vio
comprometida. Bueno..., una vez más.
La información que él manejaba era de estructuras internas
del espionaje español, así como las identidades de agentes o
de operaciones de contrainteligencia, en la época final del
Gobierno de Aznar.
Volvemos a algo que ya hemos comentado hace algunas semanas,
con motivo del juicio del 11 M, y es que Aznar debía tener
más topos dentro que fuera y así, las traiciones tenían que
llegar y llegaron un día.
Este “pájaro”, se dice desde el CNI, nunca desveló datos
sobre las fuerzas armadas, sistema de defensa, u organismos
internacionales. Otra “película más”, ahora acaba de ser
detenido y nadie más que él, o sus cómplices, si los tuvo,
saben hasta donde llegó la información que él manejó, la que
filtró y el dinero que recibió a cambio.
Era un “chivato” bien pagado, por ambas partes, y que ha
traicionado al país que le pagaba, para “arañar” un poco más
de quienes querían saber qué había en España.
Y además de traicionar a España, esa traición no le va a
costar mucho. El artículo 584 del Código Penal establece una
pena de prisión de seis a doce años para todo aquel que, “
con el propósito de favorecer a una potencia extranjera,
asociación u organización internacional, se procure, falsee,
inutilice o revele información clasificada como reservada o
secreta”.
Sencillamente no lo comprendemos, porque puede ser cierto
que no ha corrido riesgo la seguridad nacional, puede serlo,
pero si lo hubiera corrido, este sinvergüenza, como mucho,
en doce años estaría disfrutando de esas pingües ganancias
obtenidas a espaldas en la calle.
Y como “a río revuelto ganancia de pescadores” Alberto Sáiz,
jefe de los espías españoles, largó un fuerte mandoble a su
antecesor en el cargo, durante el Gobierno de Aznar. Pues
asegura que lo ocurrido era consecuencia del papel que
España desempeña en el panorama internacional, desde hace
varios años, lo que significaba que entre “2001 y 2004 las
medidas de seguridad interna no estaban a la altura de la
información que manejábamos”. Dicho de otra manera,
estábamos, estuvimos siempre a merced de cualquier tipo de
“delincuente” de la información, como Roberto Flórez. Cada
día aparece algo nuevo de las estructuras que tenemos,
siempre insegura, con la corrupción acechando y con la
cantinela ordinaria, de que somos el ombligo del mundo,
cuando se nos demuestra con hechos como este, que en los
puestos claves hay bastantes desalmados. No puede ser de
otra forma, en puestos claves hay que tener gente experta.
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