Creo, definitivamente, que es
bueno que el señor Rodriguez Zapatero empiece a desvelar
cúales son sus planes para el futuro de España. A este
respecto nos puede servir de guía su actuación ante el
Congreso de las Juventudes Socialistas. Claro que se trataba
de un entorno favorable, dispuesto a aplaudir todo lo que se
les pusiera delante, aunque algunas de las cosas que se
dijeran no podían considerarse más que utopías y disparos al
aire con pólvora mojada. Pero, si buceamos en la mente de
nuestro Presidente del Gobierno, si nos atenemos a lo que
nos va diciendo, con cuentagotas, pero con vehemencia y
convencimiento; nos podemos dar cuenta, cada día con mayor
certeza, de que nos encontramos ante un iluminado, un gran
vudú, un predicador obcecado en convertir a toda la
ciudadanía española no al socialismo, no al comunismo, ni
tan siquiera a miembros de una secta satánica; sino a su
propia doctrina, su especial y particular doctrina zapateril,
su pensamiento retrógrado que pretende dirigir a la nación
española a los años de la Segunda República, a las
efemérides de 1934, a la España de la revolución de Asturias
o a la España anticlerical del señor Azaña de 1931.
En realidad, si nos fijamos en lo que les dijo a los
cachorros socialistas, hay cosas que poco se conpadecen con
el ejemplo que nos está dando su partido. Por ejemplo,
cuando habló de que la Educación para la Ciudadanía “enseña
los valores de la Constitución”, ¿qué Constitución, la de
1978 o la que él se ha inventado? Porque si nos atenemos a
la forma que él ha tenido de respetarla ¡vamos servidos! Si
existe en toda España un manipulador de los principìos
constitucionales ha sido con toda certeza el señor ZP;
veamos sus intentos de pactar con los etarras, su empeño en
favorecer a los separatistas ¿Dónde ve la unidad de la
patria? Por otro lado, incumple lo dispuesto en el artículo
27’3 de la Carta Magna cuando entra en el ámbito de la
privacidad de los ciudadanos, intentando decirles cómo han
de vivir, cómo han de educar y qué principios se les debe
inculcar a sus hijos. ¿Desde cuándo el Gobierno de la nación
tiene facultades para decirnos lo que debemos pensar o hacer
los españoles? Si no estoy equivocado, y no lo estoy, el
Gobierno de la Nación debe estar al servicio de los
ciudadanos que lo votaron y que, con la misma facilidad que
lo eligieron, pueden, en otros comicios, descabalgarlo del
poder y sustituirlo por otros completamente distinto. El
señor Zapatero quiere imponernos su pensamiento único,
totalitario, siguiendo el modelo Stalinista, para que la
ciudadanía quede presa para siempre de un régimen cortado a
su medida, donde ya no quepa la posibilidad de cambiar de
modelo, donde desaparezca la oposición y donde se considere
a la Iglesia y a la religión como algo perjudicial para los
ciudadanos, que debe ser erradicado de cuajo. Igual,
igualito que las prédicas de Azaña cuando la República de
1931, la abolición de la enseñanza pública, la expulsión de
los jesuitas; la prohibición del culto católico en la España
de 1936, fue el segundo pasó y, los asesinatos de religiosos
y de cristianos por el mero hecho de serlo, que se prolongó
durante los tres años de Guerra civil, fue el tercer paso.
Parece que el señor Zapatero pretende imponernos el primer
paso.
Vamos a ver, señor ZP, ¿qué tiene que ver el culo con las
témporas? La religión se ocupa de las almas de las personas
y está la Iglesia en su derecho de aconsejar a sus fieles
cual ha de ser su conducta en orden a los fines últimos de
los hombres, en este caso la salvación de sus almas y el
paso a la vida eterna. Las leyes del estado son inmanentes a
su política, a sus ideas, pero no tiene ningún sentido de
transcendencia en cuanto a lo que las personas piensen como
tales, en cuanto a su conducta y en cuanto a lo que cada uno
considera que debe ser su propio comportamiento, sus
sentimientos y sus creencias. Es anticonstitucional, señores
del PSOE, querer intervenir, influir u opinar en esta faceta
de los ciudadanos. No puede un Gobierno, sea del signo que
sea, encumbrarse por encima de la voluntad popular y querer
erigirse en el Gran Protector asumiendo las funciones de un
Dios pagano, o sea, constituirse en aquello que ellos mismos
achacan a la religión. Vean, si no, la diferencia de lo
predicado por la Iglesia, que reconoce, expresamente, que no
tiene poder terrenal y que su labor está en el mundo de lo
espiritual, moral y del recto comportamiento de los seres
humanos. El “dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios” es la demostración más palpable de las
aspiraciones de la religión y de los que la siguen.
Otra cosa es esta manía, casi obsesión, que le ha cogido a
ZP con el tema de la tan sobada y repetida “paz”. Vamos a
ver si nos centramos señor ZP. La paz es un bien al que
aspiramos todos, es una aspiración a la que toda la
humanidad tiene derecho, pero, y aquí todos van a tener que
admitirlo; la historia ha venido demostrando que, desde que
el mundo es mundo, muchas veces para conseguir la paz ha
sido necesario la guerra. Podrá discutirse cuándo es
procedente guerrear o cuando es mejor poner la otra mejilla;
pero lo cierto es que hay ocasiones en las que, si no te
defiendes, acaban contigo. Supongo que los del Frente
Popular, los que masacraron impunemente a miles de
religiosos y personas de derechas sólo por serlo, hubieran
preferido que la otra parte no se levantara en armas para
defenderse; no obstante, nadie les podrá negar su derecho a
los oprimidos a no dejarse masacrar. Si con esta “paz” el
señor ZR pretende que aceptemos, sin oponernos a ello, que
cambie nuestras vidas, que destruya nuestra esencias o que
pase su apisonadora totalitaria sobre España, y que nos
quedemos tan tranquilos, que empiece a desechar estas ideas
y se meta en un cenobio, porque los ciudadanos españoles ya
han dado muestras, a través de la historia real de España
(no la apócrifa que los progres de hoy nos quieren hacer
tragar) que, cuando ha llegado el momento de la tiranía, han
sabido reaccionar para poner las cosas en el justo lugar.
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