Vean ustedes a nuestro Fiscal
General, el señor Conde Pumpido, de súbito reconvertido en
un fiscal de verdad, si, si, no se rían que estamos hablando
en serio. Si ustedes se quejaban de que nuestro “primus
inter pares” de la fiscalía se dedicaba a todo menos a hacer
de fiscal, vean por donde, de repente, se ha olvidado de sus
malos hábitos de perdonar a delincuentes, retirar cargos a
etarras, pasar por alto casos de corrupción del PSOE y
colaborar, con todas sus fuerzas, a que los etarras
encuadrados en la ANV pudieran presentarse las elecciones
autonómicas y municipales; para hacer un acto de penitencia
y dedicarse a su trabajo, o sea, impulsar la aplicación de
la ley y, en consecuencia, de la Constitución. ¿Qué no se lo
creen? Pues echen un vistazo a la prensa de estos días y
podrán comprobar como, nuestro diligente Fiscal General, ha
repasado el manual del fiscal hacendoso y ha puesto patas
arriba a la policía para que, con la máxima diligencia,
retirara de los kioscos una revista satírica titulada El
Jueves por contener una caricatura, presuntamente, alusiva
al Príncipe y a la princesa, protagonizando una escena de
reproducción comme il faut.
Lo que ocurre es que, en este enredo, también intervino el
juez Del Olmo, si, aquel que instruyó lo del juicio del
11-M, el que consiguió que los buenos parecieran los malos y
viceversa; que se olvidó de determinar la clase de
explosivos; permitió que los Cedas le tomaran el pelo y que
la fiscal Basta Ya, terminara llorando en el juicio (no
había para menos si debemos atenernos a sus actuaciones en
él). En fin, que con semejante duo nada bueno se podía
esperar y es que, ha sido peor el remedio que la enfermedad
y, si es que en algún momento el fiscal pensó en hacerle un
favor a la Familia Real, mejor hubiera sido que se quedara
quieto. Ahora bien, no olvidemos que todo se puede esperar
de semejante sujeto, y si lo que se proponía era hacer
morder el ajo a los príncipes y toda su familia, lo ha
conseguido y con creces. Vamos a ver Pompudito de mis
entretelas, ¿quién conocía a este semanario de marras? Media
docena y los que escribían y dibujaban en él. ¿Cuántos
podrían haber visto la caricatura en cuestión? Unos cuantos
centenares de personas como mucho. Conforme con que el
dibujo es de un hortera que clama al cielo y que raya en lo
pornográfico; conforme que todo tiene un tope y la libertad
de expresión también tiene sus limitaciones; de acuerdo que
reducir todas las funciones del príncipe al trabajo de
procrear es vejatorio y repugnante; pero, seamos sensatos:
la patochada que ha cometido usted con la colaboración del
juez Del Olmo, ha conseguido elevar un incidente poco más
que anecdótico, que se hubiera podido solucionar con una
multa o un apercibimiento, a la categoría de un
acontecimiento nacional. Al día de hoy no hay español ni
española que no haya visto el dichoso dibujo y, según se
dice, cuando fue la policía a recoger los ejemplares por los
centros de distribución ya no quedaba ni uno sólo, salvo 50
ejemplares que estaban retenidos en el propio semanario. Una
cosa muy curiosa: la Vanguardia, al día siguiente, al
comentar el suceso, publicaba la caricatura sin ningun
empacho para que, si había aún alguien que no la hubiera
visto, como un servidor, la pudiera ver con todo detalle.
Parece que al señor Conde Pumpido se le pasó el detalle,
porque, que yo sepa, no se incautaron de la edición del
periódico barcelonés.
Lo cierto es que el suceso ha trascendido del ámbito
nacional y ha pasado a ser la comidilla de toda Europa.
Periódicos como el International Herald Tribune o el
consevador The Times han comentado el suceso y no son pocos
los medios que han entrado en el tema, defendiendo o
atacando a la publicación en cuestión –que, dicho sea de
paso, ha conseguido la mejor publicidad gratis que nunca en
la vida hubieran podido soñar su director y todo el equipo
que la integra – y cuestionando o apoyando la libertad de
expresión como justificación de la exhibición de la dichosa
caricatura. No me puedo imaginar a su alteza real el
Príncipe cuando tenga que comparecer ante sus reales
parientes o asistir a alguna gala en el Teatro Real,
acompañado de la princesa, la cara que pondrá. Seguro que
todos los que le aplaudan estarán imaginando, al mismo
tiempo, la famos escenita del irrespetuoso semanario. ¡Ah!
quisiera hacer referencia a la forma en la que se comentó en
algunas televisiones el incidente al que nos estamos
refiriendo. Utilizaron la expresión “irreverente” para
calificar la escenita de marras. Veamos admito que pueda ser
irrespetuosa, záfia, inapropiada, hiriente, burda, grosera e
impertinente, pero irreverente, aunque admisible desde el
punto de vista gramatical y semántico, tiene otras
connotaciones que debieran haberse tenido a la hora de
comentar el hecho. En el leguaje popular y, para muchas
personas no muy duchas en estas cuestiones, tiene el
significado de faltar al respeto a personas u objetos
religiosos, lo que se prestaba a confusiones y
chascarrillos. En fin, una verdadera chapuza que podía
haberse obviado con un poco de inteligencia y que, sin
embargo, nos ha convertido en el hazme reir de media Europa.
Lo que nos faltaba ¡éramos pocos y parió la abuela!
|