Cada año, el montaje de la feria,
se convierte en un enorme pasatiempo para mi persona que
observa con todo detalle como, poco a poco, sin prisa pero
sin pausa, la feria va tomando forma hasta llegar el día de
su inauguración con el encendido del alumbrado
extraordinario.
Desde mi atalaya especial, la ventana de mi cocina, observo
con todo detenimiento las obra que se van realizando desde
el mimo día de su inicio. Y la verdad, aunque muchos lo
puedan llegar a dudar, para mí particularmente, todos esos
movimientos, se convierten en un auténtico espectáculo que
me llevan a vivir la feria desde sus cimientos.
Tanto he llegado a meterme en la piel de la preparación del
recinto ferial que, a veces, me pongo algo nervioso, cuando
contemplo como los días van pasando y no se inicia el
alzamiento de los postes que han de soportar el alumbrado
extraordinario que, además, todo hay que decirlo, no sé las
razones por las qué, cada vez que se empieza a colocar el
alumbrado, existen cortes de luz en la ciudad.
He llegado a creer, uno es muy crédulo, que eso debe ser
algo tradicional, en nuestra fiestas patronales, ya que sin
esos apagones repentinos llegaríamos a dudar si se estaba
instalando el alumbrado extraordinario. Vamos, he llegado a
creer que, el año que no se produzcan esos apagones nos va a
faltar algo tradicional en nuestras fiestas patronales.
Oiga, amigo guardia, cada uno puede pensar lo que quiera
que, para eso, el pensamiento es libre.
Y como las cosas tradicionales, son como son, para no
dejarme en mal lugar, el pasado jueves tuvimos el primero de
los apagones. Que conste, en acta, que no culpamos a nada ni
nadie de los mismos pero resulta curioso que se produzcan,
precisamente, cuando se están iniciando el asunto del
alumbrado extraordinario.
Ya van llegado los puestos de turrón, que esos siempre
llegan los primeros, instalándose de forma rápida y poniendo
sus productos a la nada más subirse a la acera y aparcar,
sobre la misma, su caravana. Y es que, estos puestos de hoy
día, son un a jartá de modernos, tienen todo acondicionados
para la venta de sus artículos y, además, les sirven de
viviendas.
Me gusta más observar el montaje de los “cacharros”.
Pensándolo bien, me encanta observar esos montajes, porque
son pura fantasía a la hora de realizarlos. Usted mira como
llegan los camiones y sus caravanas portando las atracciones
y, como si fuese ensueño, en poco tiempo donde no había nada
más que un montón de hierro y cajas aparece, como por
encanto, el montaje perfecto de la atracción presta a entrar
en funcionamiento.
El montaje y desmontaje de la feria, insisto, es para mi
personalmente y en persona, diga lo que diga el mundo
mundial, un auténtico espectáculo.
Cuando se lleve a cabo el encendido de las luces y la
fiestas patronales den comienzo, personalmente me habré
adelantado a todos los que empiezan la feria ese día, porque
la he estado viviendo, desde mi particular atalaya, día a
día. Y cuando las últimas luces se apaguen diciéndonos hasta
le próximo año, seguiré disfrutando de ella presenciando su
desmontaje.
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