No corren buenos vientos para el
PP en Cataluña, y ahora se acaba de demostrar con la huida
del presidente de esta formación política en pleno proceso
de organización para las próximas elecciones.
La verdad sea dicha, no ha sido un personaje que le haya
dado muchas tardes de gloria al PP, a lo largo de los
últimos años, y así hay que verlo.
Los resultados del PP en Cataluña con Piqué como primer
espada hubieran sido similares a si la formación política
hubiera tenido a cualquier otro en la cabecera de la lista.
Por ahí no es que pierda, ni gane mucho el PP.
Donde si va a perder es en la imagen, que hay que volver a
recomponer, ya que, a partir de ahora, hay que buscar otra
persona, que se deje ver mucho, que no sea mal visto desde
el partido y que desde fuera sea considerado. Todo ello
lleva un tiempo, y además va a costar, también, dinero
elaborar esa nueva imagen.
La salida no podía darse en peor momento, cuando se está a
escasos ocho meses de unas elecciones generales, que van a
pesar mucho para que el PP vuelva a gobernar, desplazando a
Rodríguez Zapatero.
Piqué estaba con la espada de Damocles sobre su cabeza,
desde hace tiempo, pero mucho más después de las elecciones
municipales en las que el PP “ no dio la talla” en Cataluña.
A partir de aquí, todavía peor, para el político catalán,
porque si seguía por los mismos derroteros iba a ser malo, y
si se cambiaba de estrategias podía ser peor.
El no debía tener muy claro, tampoco, lo que iba a suceder,
y cuando desde la sede central de Madrid se ha planteado
seguir una nueva estrategia en Cataluña, el propio Piqué, en
una nota pública, justificó la decisión de marcharse al
salir “perjudicada su imagen y su autoridad personal”.
No podía ser de otra forma, pero si a grandes males hay que
aplicar grandes remedios, ahora desde Génova van a tener que
hilar muy fino para no sufrir otro bajón más en Cataluña,
con lo que el PP en tierras catalanas quedaría reducido a la
mínima expresión.
Hace varios días en el editorial del Mundo se decía que esta
dimisión de Piqué era un torpedo que podía resultar fatal
para Mariano Rajoy.
Y la situación no puede interpretarse de otra forma, porque
la llegada a Cataluña de Aceves para comunicar
personalmente, ante la junta directiva, la reorganización
interna, ya había sido pactada de antemano, con Rajoy y con
el propio Piqué.
Ahora las cosas ya están hechas y desde Génova tendrán que
valorar su propia acción y, muy especialmente, la
irresponsabilidad de Piqué, que, sin haber destacado en
nada, ha ostentado cargos importantes, entre ellos el haber
sido ministro de varias carteras.
Nunca un personaje tan oscuro ha ostentado cargos tan
importantes, y pocas veces alguien que tuvo tantos
galardones ha terminado desagradeciendo lo mucho que recibió
de una manera tan lamentable.
En el debate sobre el estado de la Nación, Zapatero le dijo
a Rajoy que le estaban saliendo pretendientes por todas
partes, la frase iba envenenada pero tenía sus razones,
cuando ahora vemos que en el momento más difícil, uno de
esos “barones”da la espantá para preservar su prestigio, con
lo que queda claro que para Piqué el partido era un
trampolín, la entrega al partido vale si se recoge algo,
pero cuando hay que sacrificarse, lo primero es la imagen
propia.
Para mí, es lamentable y vergonzosa la actitud del catalán
para con Rajoy y para con el PP, y no digo que esté exento
de alguna responsabilidad mi paisano Aceves, pero este,
hasta ahora, con errores y aciertos, está dando la cara,
aunque a veces se la puedan romper.
La diferencia entre uno y otro es que Aceves es y seguirá
siendo un señor, el otro, el catalán, lo quiere ser.
Se mire como se mire la salida de Piqué es una forma de
quitarse responsabilidades él de la cosecha recogida en las
últimas elecciones municipales. Y en Cataluña, todo esto ha
recibido una serie de palabras huecas desde Montilla hasta
C.D.C. Así son las cosas.
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