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OPINIÓN - LUNES, 23 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Y al otro lado, Estambul
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Después de tres días subiendo montes y cruzando valles, bajo la sombra de bosques frescos de ribera y a la vera de venerables castaños, alcanzamos nuestro destino: un refugio de montaña a 600 metros de altura en el que ahora, al fin, las comunicaciones parecen funcionar razonablemente. Tengo que confesarles que mis últimas tres columnas han sido de archivo, escritas una detrás de otra y remitidas a la vez. El saltar de mata en mata es lo que tiene. Tras ponerme al día en la red y hacer las llamadas de rigor, me levanto con la noticia de la muerte del señor Polanco, “Jesús del Gran Poder”, ambicioso y avispado empresario sin mayores escrúpulos que medró primero a la sombra del franquismo, no tuvo escrúpulos para más adelante y tras el oportuno cambio de chaqueta subirse al carro del felipismo y hacerse al final con el control, por medio de otro adicto al “Movimiento Nacional” políticamente reconvertido, J.L. Cebrián, del durante muchos años influyente buque insignia del periodismo español: el diario “El País”. Es posible que la muerte del señor Polanco abra posibilidades en el campo de los medios de comunicación españoles, aunque todavía es pronto para evaluarlo. No me lo digan, ya sé que el hombre ha muerto y podía tener el detalle de escribir líneas más amables, pero odio la hipocresía.

En el campo de la seguridad el terrorismo ha vuelto ha convertirse según el último barómetro del CIS en la principal preocupación de los ciudadanos, pues una inmensa mayoría de los españoles intuyen que estamos sometidos a una amenaza terrorista doble: ETA por un lado y la alargada sombra de “Al-Qaïda” y su holding franquiciado, por otro. Una peste con la que, sin perder los nervios, tenemos que acostumbrarnos a convivir, dando por hecho que pese a los desvelos de las fuerzas de seguridad un atentado siempre es posible. Lo advertía el 18 de julio el imám del “Centro Cultural Islámico” de Madrid, Monair Mahmoud Ali El Messery: muchos de los menores inmigrantes no acompañados que, procedentes de Marruecos, han logrado entrar en España, pueden convertirse (son sus palabras) en una “bomba lista para explotar en cualquier sitio”. Lo dejo caer así, sobre la marcha, pero entiendo que es un problema para tomar nota y agilizar la repatriación de los mismos. Mientras escribo estas líneas, recreando la vista sobre un paisaje vestido de verde y con la lluvia, fina e intermitente, golpeando rítmicamente el tejado de pizarra, al otro extremo del Mediterráneo, en Turquía, una marea humana de 42,5 millones de personas (sobre un total de 71,8 millones) elegirá a lo largo de hoy un nuevo Parlamento en unas anticipadas elecciones convocadas por el primer ministro, el islamista Recep Tayyip Erdogan, a raíz de la crisis política que vive el país desencadenada por el cuestionado nombramiento del presidente de la República. Todas las encuestas (lo mismo que en Marruecos) dan como favorito con una clara mayoría al AKP de Erdogan (“Partido de la Justicia y el Desarrollo”, de igual nombre que su homónimo marroquí), que hubo de enfrentarse a mediados del pasado mes de mayo a una masiva manifestación en Esmirna (la tercera ciudad del país) de cientos de miles de ciudadanos, saldada con un muerto y catorce heridos, en abierta protesta contra la política gubernamental al entender que la misma vulneraba y atacaba los principios del “laicismo kemalista”, vigentes en la República de Turquía. Un clarinazo de aviso. Intuyo, protocolo a un lado, que el asunto de la “islamización social” y la incorporación a la Unión Europea serían, entre otros, algunos de los interesantes temas que el sagaz y prudente secretario general del PJD marroquí, el doctor Saâd El Othmani, abordaría como invitado de honor durante la cena con la que fue agasajado, el pasado 4 de julio, en el domicilio del embajador turco en Madrid, Ender Arat.
 

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