Comentábamos hace unos meses que
Josep Piqué i Camps, Licenciado en Ciencias Económicas y
Empresariales con premio extraordinario, y en Derecho, ex
Director General de Industria de la Generalitat, y
ex-Ministro de Industria y de Asuntos Exteriores con el
Gobierno de José María Aznar, no daba, como se dice ahora,
el perfil para representar el ideario de la derecha en la
Comunidad Catalana que, sobre todo, defiende la españolidad
de la región, la defensa del idioma castellano, la
Constitución Española como base de convivencia pluralista en
libertad y promueve la solidaridad territorial de una sola
nación compuesta por todas las regiones y habitantes de las
mismas, salvando las especificidades de cada autonomía,
postulados que constituyen los principios básicos de
convivencia de los españoles que en 1978 optamos mayoritaria
y libremente por el establecimiento de una norma única para
regir nuestros destinos.
Y el tiempo nos ha venido a dar la razón cuando la cúpula
del Partido Popular ha venido en acordar la sustitución de
Piqué dado el continuo descenso de votantes que han venido
depositando su confianza en dicho Partido, que ha llegado a
la obtención de una representación casi testimonial el
Parlamento Catalán, siete diputados, cuando llegó a disponer
de hasta 17 escaños en anteriores procesos, todo debido,
pensamos, a que no se puede andar con ambigüedades a la hora
de definir una idea, y menos política, aun cuando sea en una
región que tiene muy arraigadas sus costumbres y usos y
donde se está perdiendo, a base de incidir sus actuales
dirigentes en postulados, unos, los nacionalistas, en el
sentido mas amplio del catalanismo y, otros, los
republicanos, partidarios y defensores a ultranza del
separatismo, o sea, de la doctrina política que propugna la
separación del territorio para alcanzar su independencia con
el agravante de que, no conforme con ello, tratan de
incorporar a “su nación” los territorios del Reino de
Valencia, Baleares, parte del alto Aragón y la Comarca de
habla catalana en la vecina nación de Francia.
Y a lo que íbamos: se ha demostrado que Josep Piqué,
“dimitido al sentirse desautorizado por la Dirección del
Partido Popular”, proveniente de ideas de izquierdas, no
encajaba en el ideario de la derecha que postula dicho
Partido ni era admitido como tal por infinidad de
inmigrantes de otras regiones, catalanes de adopción o
nativos que sienten en primer lugar su orgullo de ser
españoles y, luego, su catalanismo. Y es que, señores, si
aplicamos el refrán que de “casta le viene al galgo”, este
Josep Piqué no tiene casta de derechas aun cuando haya
desempeñado importantes cargos en el partido y en el
Gobierno de la nación, lo que, a la postre, produce el
consabido rechazo y, por consiguiente, la situación a cada
uno en el puesto que le corresponde: en este caso su
dedicación a la empresa privada que para eso si tiene
conocimientos y méritos reconocidos.
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