Reconoce que sus cuadros no inspiran relajación, más bien
al contrario, provocan un cierto desasosiego en el
espectador. Aún así, el pintor ceutí Gabriel Alonso imprime
en cada obra un poco de humor con la influencia que genera
el cómic en su manera de expresarse. Y más concretamente el
estilo de Robert Crumb. Y usa a los niños con camisetas de
fútbol de equipos rivales para representar a los adultos.
Hay violencia en sus cuadros, pero no entiende su profesión
como un medio de realizar denuncias sociales. Más sencillo y
pragmático, se ciñe a sus impresiones para dibujar el mundo,
con la posibilidad de haber interpretado una situación de
manera totalmente errónea. Los desacatos son violentos, son
el hombre y la mujer, el alumno contra el maestro, los
desacatos son seres vivos en constante enfrentamiento con su
naturaleza y así lo presenta en su última exposición
‘Desacato XXI’.
Gabriel Alonso (Ceuta, 1969) tiene una relación con su
ciudad de nacimiento similar a la de cualquier persona que
se marcha a los 2 años de edad para vivir en otra localidad:
con perspectiva. Doctor en Bellas Artes por la Universidad
Politécnica de Valencia, donde ha vivido muchos años,
actualmente está en Madrid, lugar que ha inspirado parte de
su última exposición ‘Desacato XXI’, desde el viernes, en el
museo de las Murallas Reales. Pinta con opinión, pero con la
constancia de que lo que ve, no tiene porqué ser exactamente
lo que sucede.
Pregunta- ‘Desacato XXI’, como exposición, parece un mal
sueño. Transmite la desolación colorista del mundo...
Respuesta- Reconozco que mis cuadros son bastante
inquietantes. Mis imágenes son incómodas por las
proporciones de las figuras. Lo que me gustaría realmente es
hacer más bodegones, pero no me salen tantos. Se me ocurren
estos cuadros y no puedo dejarlos pasar.
P- Hay imágenes de malos tratos, de violencia infantil,
¿tienes interés por denunciar injusticias?
R- No tengo inquietudes de denuncia social, para eso están
otras actividades en las que se habla más en concreto. Es
recurrente en mi obra pintar niños pegándose, siempre con
camisetas de equipos de fútbol rivales, uso a los niños para
hablar de cosas de adultos.
P- La muestra, y deduzco que tu estilo, al margen de los
bodegones, tiene un punto de cómic, parece...
R- Efectivamente, entre mis obras hay referentes del mundo
del cómic, especialmente de Robert Crumb [célebre dibujante
norteamericano, padre de la escena alternativa y creador de
las ilustraciones del libreto ‘American Splendor’].
P- ¿Cómo interpretas los desacatos?
R- En principio, ‘Desacato XXI’ responde al título de uno de
los cuadros y, ya de paso, a la muestra. No me iba a
inventar un nuevo nombre para la exposición. Los desacatos
son un tipo de cuadros en los que los niños se burlan de los
profesores, se refleja un falta de respeto que hay entre los
seres humanos. La cuestión es que casi siempre conozco las
imágenes que recreo, pero no sé las consecuencias que tendrá
en el espectador contemplar mi obra...
P- Tu personajes, sin parecerse físicamente, recuerdan a
los de Eduard Hopper, gente solitaria en imágenes de grupo,
gestos extraños...
R- En realidad mi vía de escape es el bodegón, pero cuando
veo algo en la calle, lo traslado al lienzo. Aunque es
cierto que pintas gente con tus impresiones y luego tampoco
sabes lo que hay detrás.
P- ¿Hay algún cuadro que te impacte por el hecho de ser
fruto de tu inventiva?
R- Al margen del que da título a la exposición, hay uno que
me provoca especialmente, se llama ‘Fusión 06’, es el que me
da más impresión. Esa imagen surgió de una apoteosis barroca
con motivos actuales y está sacada de la cultura popular.
P- Hablas de los desacatos como de personajes que suelen
salir a colación en tus cuadros, ¿Hay personajes
reiterativos en tus muestras?
R- Hay cuatro o cinco que se suelen repetir de vez en
cuando. Un sordo que antes no tenía ni orejas. Un pintor muy
anticuado, un Karl Marx particular que sale representado
como un mendigo... Lo que pasa es que a veces un mismo
personaje muta en otros con el paso del tiempo. También
pinto a gente de mi familia, incluso salgo yo.
P- Si salen familiares, retazos de Valencia y Madrid,
alguna dedicatoria a tu ciudad de origen...
R- Una vez pinté un cuadro con varios motivos sobre Ceuta y
Tetuán, fue una mezcla de paisajes y bodegones. Pero hay que
tener en cuenta que me fui de aquí a los dos años y, aunque
mi relación con esta ciudad existe, he perdido lo que se
entiende por contacto directo con la vida diaria. En
realidad, exponer aquí es un reencuentro con la ciudad. No
descarto que después de estar aquí unos días, me inspire
para pintar posibles cuadros.
P- Emigraste pronto de Ceuta, pero crees factible una
escuela de bellas artes en la ciudad donde encuadrar a las
futuras generaciones de artistas?
R- Lo veo complicado, aunque montar una escuela de arte
supondría un punto de encuentro en esta ciudad. Creo que es
más importante, y es el único punto por donde veo posible un
proyecto similar, cuidar al alumnado de Bachillerato de
Artes en Ceuta para que así se pueda generar un movimiento
en el que los artistas se aúnen. El principal problema es
que los artistas suelen mirar a la península, sea Málaga,
Sevilla o Cádiz, porque allí hay más posibilidades de
desarrollar sus expectativas. Aún así, insisto, cuidar a los
bachilleres de Arte es un primer paso.
P-¿Es fácil para un artista quedarse en Ceuta y generarse
un reconocimiento nacional?, ¿Es necesario emigrar para
hacer un nombre en el mundo pictórico?
R- El contacto natural por proximidad es el área de Tetuán y
Tánger. El mayor problema es la situación de abandono que
viven ambas ciudades y eso afectaría actualmente a Ceuta. La
situación de extrapeninsularidad también complica las
cosas... De todas formas, si de una ciudad como Valencia,
con 700.000 habitantes, se dice que no hay mercado de arte,
en Ceuta, con 70.000, ya qué se puede esperar. Lo más
interesante para Ceuta sería asociarse a las localidades de
alrededor, pero primero es necesario que prospere.
P- Los fundadores de la Escuela de Tetuán abogan por
hacer aquí una bienal de arte internacional...
R- Sería un proyecto interesante, aunque complejo.
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