La consejera de Medio Ambiente, la
portavoz del gobierno autónomo, Yolanda Bel, ha recordado el
artículo 13 de la ordenanza de Playas referido al debido uso
de limpieza que los ciudadanos deben tener principalmente en
cuenta para no ser sancionados ni incurrir en una
infracción.
En este artículo concreto, el número 13, queda prohibido el
arrojo de cualquier material de desecho a la arena de la
playa, debiéndose estar obligado al uso de las papeleras.
La Policía Local y, en concreto la unidad de Playas, procura
estar vigilantes para evitar esta práctica absolutamente
incívica. Pero un Policía no tiene ojos en todas partes. Por
ello, la concienciación ciudadana y la buena práctica
ejercida en los lugares de uso común, como son estas zonas
de ocio y esparcimiento, son los ejes claros de cuál debe
ser la actitud general.
No tendría que ser, en la época en la que nos encontramos,
un motivo para comentar. La educación cívica a estas alturas
de la película tendría que ser la práctica diaria cuando se
comparten los espacios que son comunes para todos los
ciudadanos. Sin embargo, cuando debemos insistir en que se
cuiden los detalles de pulcritud en lugares de ocio público
como la playa, debemos deducir que se trata de una visión de
retraso social, nada propio, ni adecuado, ni cercano -por
otra parte- a la realidad de la gran mayoría de ciudadanos
que sí cumplen con las normas de cívico comportamiento. Pero
debemos insistir en el rechazo que provoca el hecho de
contemplar -tras su uso- unas playas en cuya arena yacen por
doquier restos de desechos dejados por los que no saben
guardar las normas básicas de convivencia.
Por ello, la consejera de Medio Ambiente ha insistido en la
concienciación ciudadana, principal arma para la mejora
global de la situación diaria. La numerosa presencia de
gaviotas tras las horas de baño no constituye la idílica
visión de una estampa costera, sino que es consecuencia de
la memoria del ave que se ha acostumbrado a disponer de una
buena despensa de basuras cuando los humanos se van.
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