La crisis se produce cuando lo
viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer.
La cita es de Bertolt Brecht. Y la traigo a colación
por creer que le viene que ni pintiparada al momento difícil
y delicado que está viviendo el Partido Popular. Porque la
crisis existente en la sede de los genoveses es tan palpable
que sólo los más fanáticos de sus seguidores serán capaces
de negarla.
Primero fue Jaume Matas, presidente del partido en
Baleares, quien se dio el piro y se marchó directamente a
celebrar su decisión en el torneo de Wembley. Y allí le
vimos disfrutando del juego de Rafael Nadal y con
cara de estarse felicitando por haberle dicho a Mariano
Rajoy que le hiciera de su parte una higa a Zaplana
y a Acebes.
Ahora, quien ha cogido las de Villadiego es Josep Piqué.
El presidente del PP en Cataluña y alguien que ha sido tres
veces ministro en los gobiernos de Aznar. Lo de Piqué
se veía venir: pues ya había gritado a voz en cuello que
Zaplana y Acebes eran el pasado en el partido.
Yo no sé sí, además de la carta que Piqué le ha enviado a
Mariano Rajoy, explicándole los motivos de su dimisión, le
habrá rogado también que lo despida del secretario general y
del portavoz, los tantas veces nombrados Zaplana y Acebes,
con una peineta. Los dos han ganado fama de ser cancerberos
de las esencias más conservadoras de José María Aznar. Y no
permiten que la doctrina que imparte éste desde FAES pueda
ser puesta en duda. Mala cosa.
Mientras tanto, MR, venido a menos desde que ZP lo puso al
borde del disparate en el Debate del estado de la Nación,
anda el hombre dando bandazos y sin saber a qué atenerse.
Por lo que no dejo de imaginármelo hecho una braga.
Situación sumamente peligrosa cuando faltan ocho meses mal
contados para las elecciones generales. De momento, no hace
falta ser muy listo para deducir que la espantada de Piqué
debe haberle sentado como aceite de ricino a los hombres del
cardenal Cañizares en la Cope.
Ya que cuanto más se vaya debilitando la figura de Rajoy, y
será así porque apenas le queda ya tiempo para tomar
decisiones trascendentales, más posibilidades tienen los
componentes del grupo Prisa para resaltar las cualidades de
Gallardón y Rato. De modo que me atrevo a
decir que el demonio está ya instalado en la calle de
Génova. Un demonio que se relame de gusto al pensar la que
se puede armar en la sede de los populares si Rodríguez
Zapatero se queda cuatro años más como inquilino en la
Moncloa.
Un hecho que cada día que pasa se ve más factible. Y todo
porque los dirigentes del PP han vivido pendientes de sus
fantasmas durante los últimos años. Les han podido, sin
duda, los recuerdos dolorosos de las cosas que no hicieron
bien y que les impidieron ganar unas elecciones que las
daban por ganadas. Y, claro, la imaginación, esa loca de la
casa que debe ser domeñada pero tan necesaria para cubrir
etapas exitosas en cualesquiera facetas, la tuvieron los
populares embotada. Así, los pensadores de la calle de
Génova no han hecho más que parir situaciones apocalípticas
y lanzarlas al aire: España se rompe; el Gobierno es
manejado por ETA; Navarra dejará de ser española; y, para
colmo de males, nunca han dejado de infundir sospechas en
relación con lo ocurrido en Atocha.
En fin, que MR, en su día, debió darse cuenta de que era
necesario liberarse de sus fantasmas y de paso cundir esa
buena nueva entre todos los cargos del partido. De haberlo
hecho, seguramente ahora estarían junto a él no sólo los
mejores políticos sino que a los mejores no se les vería
avejentados. Y nadie osaría pedirle caras nuevas. Y, por
supuesto, en el PP no habría crisis.
|