Un sistema ya demodé, por ser de sobras conocido, es
defenderse de un ataque contraatacando. Si se fijan ustedes
en la señora De la Vega, nuestra vicepresidenta y también
fontanera y tapafallos oficial del gobierno del señor
Zapatero, verán que en los momentos de más apuro para su
partido tiene dos tics que denuncian su estado de ánimo
interior. El primero, es que extrema su elegancia, se
emperifolla más y exagera su vetimenta, como el torero que
se pone su traje de luces para enfrentarse al toro y, el
segundo, consiste en mostrarse sonriente, aparentando una
alegría y una confianza en si misma que después quedan
contrarrestadas, cuando empieza a hablar con sus
características frase cortas, interrumpidas por intervalos
de silencio, como si se negaran a salir de una sola vez y
fuera necesario regurgitarlas una a una. Desde luego no le
envidio a la pobre su trabajo, porque debe ser muy molesto
esto de andar arreglando las pifiadas de su jefe de filas el
señor Zapatero (tan pródigo en ellas).
Pero volvamos al tema que nos ocupa. Es evidente que es
molesto que a uno le recuerden que, pudiendo haber detenido
a unos etarras que tenían controlados de antemano –que la
policía francesa y española tenían localizados–, a los que,
sin embargo, por motivos inconfesables, se les permitía
campar por sus respectos por haberlo convenido de antemano
el gobierno y los etarras mientras negociaban entre
bambalinas; también escuece que los catalanes se hayan
adelantado al Gobierno de la nación y, sin encomendarse ni a
Pedro ni a Perico, hayan constituido por su cuenta una
Agencia Tributaria propia ( por mucho que estuviera prevista
en un Estatut, que todos sabemos está recurrido), sin
esperar el dictamen del TC. No dejemos en saco roto la
espantada de los políticos socialista en la conmemoración de
la muerte del concejal de PP, señor Miguel Angel Blanco;
por cierto incomprensible, rastrera y miserable actitud por
parte de alguien que se considera un demócrata. Por si fuera
poco pario la abuela, en este caso en forma de un vertido de
petróleo procedente de un barco hundido en las proximidades
de la isla de Ibiza, que tenia el ampuloso nombre de “Don
Pedro” no sé si por casualidad o en recuerdo del famoso rey
castellano Don Pedro I el Cruel al que, como es sabido,
también se le conoció como “El Justiciero”. Curiosa
coincidencia porque, miren por donde, se viene a reproducir
lo del famoso Prestige, ahora bajo la Administración
socialista, y más curioso todavía, con chapapote y todo;
tanto, que ya ha infectado tres playas de la isla balear.
Parece como si el monarca hubiera querido dar una muestra de
su justicia haciendo tragar, a aquellos que tanto partido
político sacaron de aquella catástrofe, una porción de su
misma medicina. También las autoridades han dicho que todo
estaba controlado y, sin embargo, siguen produciéndose
roturas de tubos en el barco hundido y saliendo chapapote de
sus bodegas. Una diferencia, en esta ocasión nadie ha salido
con pancartas a reclamarle al Gobierno; nadie se ha ofrecido
voluntario y todavía es la hora de que la TVE haya hecho un
reportaje, en profundidad, para denunciar la incompetencia
de los encargados de prevenir estos siniestros. ¡Cuesta
tanto asumir las culpas! Pero, eso sí, para uno de los
dirigentes socialistas de las islas lo que vierte el barco
“no es chapapote”, sino “gas oil”, ¡menos mal, ya respiramos
tranquilos!
Así las cosas, no es raro que la apagafuegos de la Moncloa
haya tenido que salir a la palestra (odio escribir esta
palabra) para enfrentarse al vendaval que se les venía
encima. Por si faltaba algo para llenar la copa de la hiel,
su periódico más fiel, su defensor más aguerrido y la joya
del imperio del señor Polanco, El País, mete la pata hasta
el corvejón al anunciar a bombo y platillo que el TC había
aceptado a trámite un escrito de la Abogacía del Estado con
la “contradicción popular en Cataluña y Andalucía”; pero,
vean por donde, viene el tío Paco con la rebaja, en forma de
providencia del Alto Tribunal por la que se le comunica al
PP algo parecido a eso: que nada de lo dicho, que de admitir
el escrito del abogado del estado ni en sueños, vaya, que ha
sido rechazado, solamente se ha unido a las actuaciones. En
realidad, parece que se trataba de una nueva martingala para
retrasar aún más la resolución de los recursos. O sea que,
según ha dicho el señor Guillermo Jiménez, Vicepresidente
del Alto Tribunal: “el escrito se comunica a las partes y se
archiva sin más trámite” ¡Vaya bofetada señores del País!,
para que luego vayan presumiendo de veracidad e
imparcialidad.
Y es que, el Gobierno y el Gobern, ambos a dúo, se están
poniendo nerviosos ante la posibilidad de que lo que salga
del TC no sea precisamente lo que entró en el, en fin, que
en vez de un Estatut salga un stato quo que ponga las cosas
en su lugar, o sea, de donde nunca se deberían haber movido.
Vean como los de la Generalitat se revuelven como gusano
sobre brasas buscando todas las triquiñuelas legales,
recursos y presiones políticas para influir o, al menos,
retardar el dictámen del TC. Por mucho que quieran buscar
paralelismo entre el Estatut Catalán y los otros estatutos,
en el recurso del PP, no es eso lo que tiene que dilucidar
el Alto Tribunal, porque de lo que se trata es de saber si
el Estatut es constitucional o inconstitucional, con
independencia de que los otros estatutos puedan serlo o no
cosa que, en todo caso, se resolverá a su tiempo cuando se
haya dictado el correspondiente dicatamen. Demasiada presión
sobre los tribunales, demasiado juego político para que los
ciudadanos de a pie no nos sintamos preocupados por el
destino de nuestra nación.
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