Sale a colación este tipo de
“servicios clandestinos” que hacen una competencia, más que
desleal, fuera de toda ley.
Y me extraña que este asunto, que es conocido por toda la
ciudadanía de Ceuta, salga ahora a la palestra y no haya
tenido más publicidad en meses anteriores. Repito, que me
extraña esa actitud, mantenida por el propio gremio del taxi
y por quienes deben velar por el mantenimiento de la
seguridad ciudadana, tanto en el servicio del taxi, como en
otros servicios.
Ahora, cuando la situación está más complicada, porque la
economía y la escasez de clientes de fuera han hecho bajar
los ingresos diarios, es cuando se sale a escena a parar
estos desmanes.
No sé el número de taxis piratas que operan en Ceuta hoy,
pero lo que sí podría afirmar es que cualquier taxista
profesional conoce a esos “piratas”, sabe el número que hay
y sabe, incluso, el número de las matrículas de esos
“ilegales”.
No me extraña que los taxistas se quejen, porque se da la
circunstancia de que esos, aparentes taxistas, que cobran
las carreras igual o más caras que en un taxi legal, no
pagan impuestos, algunos, es posible que, no lleven el
vehículo con los seguros pertinentes y, además, “roban” un
par de carreras o tres, a los verdaderos taxistas, cada dos
horas, con lo que, por la ley del mínimo esfuerzo, se llevan
unas ganancias que no les pertenecen.
Otra cosa muy diferente es que el sector del taxi en Ceuta
tenga sus deficiencias, que las tiene. Otra cosa, también,
es que, posiblemente, se necesiten más coches de servicio
público, pero ese asunto lo tendrá que resolver el organismo
competente y, posiblemente, el gremio del taxi, pero nunca
unas personas que se echan a la calle y a la aventura, sin
que les salga nadie al paso para impedirlo.
Creo que aquí hay dependencias de la Ciudad Autónoma que
deben atajarlo, por ejemplo la Policía Municipal y no sé si
alguna otra policía más. Pero atajarlo hay que tajarlo y
cuanto antes mejor.
Y hay más. Un taxista, aunque algunos de ellos no hagan
honor a su valía, da una cierta seguridad al cliente,
mientras que otro tipo de personas, al volante de su
vehículo, convierten algunas de las carreras en auténticos “rallies”,
para ver si llegan antes y pueden arrebatar un servicio más
al que esté más cerca.
Con todo, no debe ser la prensa la que vigile esto, la
prensa puede actuar como notario que da fe de algo que está
ahí, pero quien tiene que frenar esta situación es la
policía, primero cortándola y luego impidiendo que esos
vehículos sigan circulando, y menos con clientela, como si
de verdad se tratara de un servicio público.
Y lo que más me extraña es que aquí en Ceuta, que se conoce
todo el mundo, no se haya atajado esto desde hace años. Me
extraña esa dejación de los organismos encargados de
mantener el orden y me extraña, y mucho, que los propios
taxistas no hayan levantado, de verdad, la voz, como si
alguno de ellos estuviera haciendo un doble juego.
Un buen servicio público da prestigio a una ciudad. Ceuta no
es un modelo en ello, eso está claro, pero menos seguridad
habrá si esos servicios públicos o “aparentes servicios
públicos” están actuando en la clandestinidad.
Y ahora que la policía, o sus sindicatos, que de todo hay en
la viña del Señor no nos diga que ellos desconocen esto. Y
que los taxistas no digan que les hacen competencia fuera de
la ley, porque cualquiera de los taxistas de hoy en Ceuta,
algunos de ellos muy buenos profesionales, saben quien es el
competidor clandestino, qué recorridos hace, qué coche tiene
y cuales son sus horarios de trabajo.
La comodidad esa de: “ que lo averigüe la policía”, es
demasiada comodidad y quienes más deberían haber colaborado
ya son aquellos que se sienten perjudicados, porque son
objeto de esa competencia, repito, fuera de la ley.
Ahora parece que la cosa va en serio, ahora parece que todos
los taxistas, los de Radio Taxi, Auto Taxi y otros que no
pertenecen a estos grupos, van a buscar su propio bien,
impidiendo entre todos que esa actividad se frene o se
termine.
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