Con sus comillas, porque no
escribo de un concepto sino de una organización. Estoy
seguro que Abu Islam, quien tiene previsto estar hoy en
Ceuta, ciudad querida, sabe bien a que me estoy refiriendo.
Un aguerrido y disciplinado entorno, debidamente
jerarquizado, sobre el que “sidi” Tatari podría ilustrarnos
y cuyos fines nada tienen que ver, se lo aseguro, con ese
Islam pacífico y tolerante (que también existe) con el que
algún taimado “hermano musulmán” (con comillas) quiere
llevarnos al huerto y no precisamente el de los olivos. Paso
por alto el antiguo ¿enfrentamiento? con el “jeque” Salah y
su “Alianza Islámica” y la escisión terrorista de los
“Soldados de Alá”, la mayoría de cuyos activistas habían
sido previamente coleguitas -como Abu Islam- en la rama
siria de los “Hermanos Musulmanes”. ¿Verdad “jai” Tatari?.
Un inciso didáctico antes de seguir, para que me vaya
siguiendo el lector: “Hermanos Musulmanes y Tabligh son al
terrorismo islamista lo que Herri Batasuna es al terrorismo
de ETA”. Punto pelota.
Ideológicamente, el ya muy largo millón de musulmanes
residentes en España (un 80% de orígen marroquí) podemos
agruparlos grosso modo, sin contar la presencia shií, en
cinco corrientes: la ortodoxa sunní-malikí, la oriental
wahabita, la indopaquistaní del Tabligh, la egipcia de los
Hermanos Musulmanes bajo sus distintas caretas y la
salafista yihadista, a su vez dividida por el núcleo duro
del tafkir. Todas ellas interactuantes en las dos grandes
organizaciones (FEERI y UCIDE) con las que el Estado español
firmó los acuerdos de cooperación en 1.992 y que, en los
últimos tiempos, están viviendo cambios de calado: una vez
apartados de FEERI los conversos españoles, tres son los
actores con posibles que cortejan y se disputan el control
político de más de un millón de musulmanes: Arabia Saudí a
través de la financiación de sus petrodólares (que zurcen
tanto un roto como un descosido), el Reino de Marruecos por
medio de sus MRE y su desembarco en FEERI y “sidi” Tatari
con su UCIDE (inicialmente una asociación con marcado acento
fundamentalista), alrededor de la cual el imám de la
madrileña mezquita “Abu Bark” está intentando aglutinar un
variopinto marco asociativo al que se han sumado en Ceuta
los “misioneros” del Tabligh, curiosa gente que deben tener
acciones en alguna agencia de viajes porque no dejan de
recorrer el mundo de aquí para allá: de Paquistán a Canadá.
¿De donde coño sacan euros para tanto?. En la Ciudad querida
la situación presenta un particular perfil, pues el sector
promarroquí (partidario de algún tipo de ligazón de Ceuta
con el Reino de Marruecos), sunní-malikí y nada sospechoso
de veleidades filoterroristas -al contrario que otros-, está
ninguneado por las autoridades mientras se acentúa la
colaboración institucional (desde la Plaza de los Reyes al
sector civil de la Plaza de Africa) con oscuros personajes
islamistas (fundamentalistas pero no promarroquíes), supongo
que apostando al proceloso juego de “el enemigo de mi
enemigo, es mi amigo”. Y no es precisamente así. La cruda
realidad es que estamos amamantando una hidra de varias
cabezas con, además, la pretensión de alzarse en unos años
con el poder político en la Ciudad querida. Los ciudadanos
musulmanes de Ceuta son libres, faltaría más, de afiliarse a
la asociación que deseen. Pero deberían ser prudentes y no
dejarse utilizar sabiendo quien maneja los hilos de algunas
organizaciones no vaya a ser que, al final, salgan
salpicados: sobre todo si se “alistan” en el Tabligh. Aquí
se esconden dos jugadas: la primera es controlar el jugoso
aporte financiero del Estado español; la segunda,
infiltrarse con cara mansurrona en la sociedad, reislamizar
las bases de la emigración y copar “territorios” (barrios,
incluso ciudades enteras…), para más adelante y desde una
posición de fuerza sacar las cartas encima de la mesa e
imponer las condiciones de Alá, Mahoma, el Corán y la Sunna:
“Os conquistaremos con vuestra Constitución y os someteremos
con nuestro Islam”. Hasta la victoria final… ¿Verdad “jai”
Tatari?.
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