¿Ustedes se consideran,
políticamente, populistas ligth? ¿Qué dicen? ¿Qué si hablo
de peronismo? No sean atascados mentales, el peronismo era
nacional-justicialismo y tenía como emblema a esa Evita
Perón, que era una artista ¡Ele! Se encrespaba el tupé con
aquel peinado que, en esta Iberia vieja, esa patrióticamente
llamado ¡Arriba España! Se endosaba los visones y los
brillantazos y hablaba a sus “descamisados” y el pueblo
argentino deliraba en una especie de histeria colectiva.
Porque aquella Eva Duarte de Perón, era mucha Evita y sabía
más que los ratones coloráos y le iba el populismo-chic, de
llegar a la arruinada España de la posguerra, a visitar al
Caudillo y regalarnos tropecientos barcos llenitos de la
bendición de Dios, que en aquel entonces equivalía a miles
de reses de la Pampa, congeladas. Si en la Patria se hincó
el diente a la carne en la dura posguerra, donde el
Franquillo hacía malabarismos, tomándole el pelo al Hitler
mientras concedía la nacionalidad española, deprisa y
corriendo, de tapadillo y porque le salía de las pelotas a
millares de judíos sefarditas europeos, descendientes de
nuestra amada Sefarad, si algunos pudieron comer ternera fue
por Evita y su populismo, que viene de populus, de pueblo.
Y pone de los nervios a los progresistas de diseño y a los
pijoterines de rancia estirpe y apellidos “de toda la vida”.
Será porque, los unos y los otros, tienen una idea confusa y
desvirtuada de las acepciones del termino, los de izquierdas
porque no entienden más populismo que el bochinche
izquierdoso de chiflados de los gobernantes indigenistas,
tipo Evo Morales o el inefable Hugo Chaves que es un
presidente que ni pintado para salir ejerciendo de tal en la
nueva película de Santiago Segura “Torrente en Venezuela”.
De hecho, el venezolano no es “real” sino un personaje
ficticio inventado por el genial director y actor de los
Torrente. Pero eso no es populismo, como no lo es lo
imaginado por el conservadurismo centrista reformista de
buen tono “hijo de” que aborrecían al descansado Jesús Gil
porque el pueblo le votaba, a pesar de todo, “con todo y con
eso”, aunque fuera un perlilla, aunque se le viera venir.
Los señoritos de la política le consideraban “populista” y
no lo era, era cercano y populachero, sin sustrato
ideológico de tipo alguno y los axiomas más simplistas de la
creación tipo “A mí me gusta vivir bien.
Al pueblo le gusta vivir bien. Conclusión: Al pueblo le
gusta lo mismo que a mí” Y espamploneó a las putas de
Marbella, a los chorizos y embelleció los contenedores,
adquiriendo al tiempo un Rolls para prestárselo a las
parejas que se casaran. ¡Hacía cada cosa! Pero era
tremendamente divertido y la gente se partía el pecho de
risa con sus ocurrencias y sus salidas. ¿Para que le vamos a
restar méritos al difunto? Fueron unos años divertidos y
nadie soñaba en que pudiera ocurrir el 11-M y que alguien
resultara beneficiado por la sangre de los inocentes.
Los palmeros de El Mundo, siervos fidelísimos a Aznar,
agitaban a diario el botafumeiro al del bigote atacando en
portada a Jesús Gil, enemigo público número uno porque ganó
en Ceuta y en Melilla y estaban tan obcecados con erradicar
a Gil que obviaban temas importantes, descuidaban la
inmigración, la seguridad ciudadana era una entelequia y el
apaciguamiento baboso con la izquierda caviar un mamoneo que
daría escasos réditos. Aquellos fueron lejanos y
displicentes, estos lo son también. Embelesados en una
difusa ideología política carente de ideas, de hecho siguen
existiendo payasos nostálgicos del asesino padrecito Stalin
y derechosos acomplejados y vergonzantes.
Los republicanos cristianos neoconservadores, son los únicos
que saben atemperar, actualizar, matizar y realizar un
populismo ligth deseado y deseable y hablar desde la más
absoluta incorrección política y hacer alarde de elegante
sinceridad y absoluto encanto. ¿Qué quienes son esos
“exactamente”?. Ya les contaré.
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