La presentación oficial, esta
tarde en el Hotel Tryp, de la Unión de Comunidades Islámicas
de Ceuta (UCIDCE) en presencia del máximo responsable de la
Comisión Islámica de España, Riay Tatary; la directora
general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia,
Mercedes Rico, y el presidente de la Fundación Pluralismo y
Convivencia, José María Contreras, es un acontecimiento al
que debe dársele la gran importancia que merece.
Especialmente por las intenciones que, según sus directivos,
persigue un proyecto que las comunidades musulmanas locales
han tardado más de dos años en cincelar definitivamente. En
este camino han sido capaces, y ello debe ser sin duda
elogiado, de superar diferencias personales de calado hasta
formar un bloque en el que no se aprecian fisuras.
Su “prioridad absoluta”, como la define su presidente,
Laarbi Al Lal Maateis, consistirá en llevar por el camino de
la legalidad a todas las asociaciones culturales y
religiosas de la comunidad musulmana y muy especialmente a
todas las mezquitas e imames locales. Con eso no sólo ganan
los musulmanes, los más interesados en ello por razones
obvias, sino toda la ciudadanía ceutí. Como subraya el
propio Maateis, así se impide la proliferación de las
mezquitas-garaje que tanta inquietud siembran ya en otras
partes de España.
Tampoco deben desdeñarse sus prioridades “inmediatas”. La
UCIDCE, como representante oficial y casi universal (la
federación aglutina en su seno a más del 90% de las
legalmente inscritas en la ciudad autónoma) de la comunidad
musulmana ceutí, ha fijado la lucha contra el fracaso
escolar como otra de sus preocupaciones sobresalientes. No
es para menos si tenemos en cuenta que, como a nadie se le
escapa, es en esa comunidad donde peores índices se
registran en ese campo. Cuidando el presente, previniendo
riesgos y cultivando el futuro los musulmanes ceutíes
tendrán, de la mano de la UCIDCE, un futuro mucho más
halagüeño que luchando cada uno por su lado.
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