Es evidente que existen cuestiones que consiguen que a uno,
ya curado de espantos tras tantos años de seguir los
avatares de la política, se le vuelva a encender aquella
llama de rebeldía que ya consideraba extinta y guardada en
lo más profundo de nuestra intimidad, para resurgir con
inusitada potencia para protestar contra las injusticias que
nos rodean. Y uno de los casos que justifican tal reacción y
que dejemos aflorar, libremente, nuestro genio para que se
ejercite en la labor de golpear, aunque sólo sea
metafóricamente, con el arma de la dialectica, sobre las
obcecadas testuces de estos señores que, en mala hora, se
hicieron con el gobierno de nuestra nación.
Vean, si no, hasta donde llega la desfachatez de estos
socialistas que, aparte de sufrir de amnesia crónica e
interesada, tienen la suficiente cara dura para mentir de la
forma más rocambolesca que se pueda imaginar. No les ha
bastado con intentar ocultar, por todos los medios, la
gravedad de los vertidos de chapapote en Ibiza; no se han
limitado a negar que hubiera peligro alguno de contaminación
para las playas y el parque natural de Ses Salinas, sino
que, con toda la desvergüenza del mundo, han pretendido,
como es práctica habitual entre ellos, intentar traspasar la
responsabilidad de la catástrofe ¡cómo no! sobre los anchos
hombros del PP. Pues no nos ha salido el despreciable
diputado balear, José Ramón Mateos, con el cuento de que la
responsabilidad “directa o indirecta del vertido del
mercante correspondía al Presidente de la Autoridad
Portuaria de Baleares y de la Marina Mercante del
archipiélago, por permitir que la compañía Iscomar ( que
relacionaban con el PP) continuara operando en aquellas
aguas. O sea que gobierne o no el PP siempre es responsable
de todo lo malo que ocurre en España. Menos mal que ha
salido al paso de semejante columnia la propia naviera, para
dejar las cosas en su punto, poniendo de relieve que los
funcionarios encargados del control y la inspección marítima
son independientes del poder político y están adscritos a la
Dirección General de la Marina Mercante. Pero el individuo
ya dejó caer la gota de aceite de la calumnia para que se
esparza y haga daño.
Lo que ocurre es que, después de la gran campaña de
desprestigio organizada cuando el caso del Prestige ahora,
que les ha tocado a ellos la china, no saben como hacerlo
para encubrirlo y querer justificar que el caso es muy
diferente y que los daños son inferiores. Sin embargo,
conviene que recordemos cuando ellos se burlaban de Rajoy
porque hablaba de “hilillos de plastelina”, para referirse a
las pérdidas del Prestige; ahora parece que nadie se ríe ni
lo toma a chacota cuando la “eficiente” ministra de Fomento,
Magdalena Álvarez,que tantas “alegrías” ha dado a su partido
con la gestión de los aeropuertos y de los ferrocarriles, ha
calificado los vertidos del Don Pedro como de “un pequeño
reguero” y la misma expresión utilizó la Directora de
Salvamento Marítimo, Pilar Tejo, al calificarlos como “ un
reguero de producto discontínuo”. ¡Claro, no es lo mismo
pitorrearse del adversario político que se pitoreén de uno!
No se trata de que el Prestige fuera un buque de mayor
tonelaje, ni si se actuó con mayor o menor suerte; aquí lo
que ocurre es que nadie ha aprendido nada de aquella
catástrofe que, recuérdese, fue uno de los motivos por los
que el PP perdió las elecciones; lo que sucede es que, los
que tanto hicieron para hundir la credibilidad el PP, están
incurriendo en los mismo fallos, en las mismas
imprecisiones, en la misma falta de coordinación y en las
mismas carencias en las que pudieran haber incidido las
autoridades de aquellos tiempos. Los que deberían haber dado
un ejemplo de eficiencia lo están dando de ineficacia,
improvisación y falta de preparación, precisamente en un
caso que, sobre el papel, debiera haber sido más sencillo de
resolver. Estupideces como discutir si es chapapote o gas
oil, si son regueros o chorros, si aquel fue más grande y
este es más chico, sólo son cortinas de humo para intentar
salvar la cara de la señora ministra y de de los socialistas
de Baleares. La realidad es que los vertidos continuaban
existiendo cuando afirmaron que estaban contenidos; que
seguían esparciéndose cuando dijeron que los tenían
controlados y que, cada vez más, se extienden por la costa
de Ibiza, amenazando dar al traste con una de las reservas
más importantes del mundo en fauna marina como es el parque
de Ses Salines. Pero conviene que recordemos las reacciones
de unos y otros en el caso del Prestige y, ahora, con el
naufragio del Don Pedro. En el primero, manifestaciones en
toda España con pancartas y gritos contra el PP encabezadas
por los progres de siempre; en el segundo un silencio
sepulcral como si nada hubiera ocurrido. Cuando lo del
Prestige, multitudes de voluntarios con monos blancos (para
que destacara más sobre ellos el chapapote) quejándose de la
falta de medios para luchar contra el siniestro; en el caso
del Don Pedro ni un solo voluntario, ni un mono manchado, no
pasa nada. La prensa nacional, desde La Vanguardia al País,
pasando por todos los otros medios como las televisiones
estatales y privadas (el imperio de Polanco), puso a parir y
cargaron las tintas sobre la responsabilidad del gobierno,
las autoridades gallegas y el PP de Galicia; hasta conseguir
dejar hecho girones el prestigio de todos ellos; ahora, en
cambio, nadie ha elevado una voz contra el desastre de Ibiza;
todos se declaran comprensivos ante la incompetencia de
quienes gestionan las tareas de limpieza; y, sin excepción,
todos aprovechan para recordar el Prestige y para echar más
tierra sobre el PP. Un verdadero ejemplo de ecuanimidad,
objetividad informativa y decencia. Y estos son los que
quieren reescribir la historia, cuando son incapaces de
recordar lo que reprochaban a sus adversarios hace apenas
cuatro años. Podríamos calificar a estos hipocritas del
PSOE, que utilizan distintas varas de medir, según juzguen
sus actos o los de los otros, con la frase de V. Hugo: “El
hipocrita es un hermafrodita espantoso del mal” Así sea.
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