Jugó en los tres equipos más
grandes de su época en España: Barcelona, Real Madrid y
Atlético de Madrid.
Había llegado a España siendo un chaval que no había
cumplido los veinte años y en aquel Barcelona plagado de
figuras se hizo un sitio por méritos propios.
Su juego era de tiralíneas, aunque esas líneas fueran de
ochenta metros. Tocaba el balón como los ángeles, no
esquivaba al adversario, era bravo cuando había que serlo, y
además decía lo que pensaba.
Esto último le hizo terminar mal en el Barcelona, donde no
se sometió a los caprichos de nadie. Así salió, también, del
Madrid, pero era él y no tenía por qué perder su
personalidad. Terminó en el equipo rojiblanco madrileño,
siendo ya un veterano, pero de los que seguían jugando y muy
bien.
Tras una breve estancia fuera de nuestras fronteras,
entrenando con resultados de todos los “colores”, llegó a
España, otra vez, ahora para sentarse en los banquillos:
Jerez Deportivo, un equipo sin hechuras y sin campo, y aun
así estuvo a punto de meterlo en la primera división, sólo
la cabezonería del alcalde Pedro Pacheco impidió lo que
hubiera sido un milagro, ascender a primera división, tras
jugar en un campo de tercera, el del Sanluqueño.
De aquí pasó al Levante y comenzó arrasando, pero la segunda
vuelta fue a menos y Schuster fue cesado a falta de cinco o
seis partidos para el final: el Levante descendió.
El paso siguiente será en firme, en el Getafe, donde ha
estado dos temporadas y en el que ha hecho una labor
extraordinaria llegando a jugar la final de la Copa del Rey
hace un par de semanas.
Ahora llega al Madrid y yo creo que esto es un órdago muy
fuerte para el propio Madrid y para Bernd Schuster, que se
las verá por vez primera con un vestuario lleno de figuras
de su misma talla.
El alemán no se asusta. Schuster es valiente y no me cabe la
menor duda de que controlará el vestuario. El lo tiene todo
para triunfar, primero porque ha sido un superfigura,
segundo porque es joven y quiere lograr todo, también en
esta faceta y tercero porque esta es su oportunidad y si
falla tendría que volver a empezar desde abajo.
Con todo, llega a Madrid en un momento delicado, porque el
técnico anterior que vino para conseguir títulos, a las
primeras de cambio logró la liga y nada más terminar el
campeonato ha sido despedido, “ por no dar espectáculo”. A
Schuster le gusta que sus equipos jueguen con él lo hacía,
pero ya veremos si en la plantilla hay jugadores para hacer
ese juego. Además de que si empieza la temporada con mucho
juego bonito, pero en el partido seis o siete hay un equipo
que te saca ya cinco puntos, ya veremos qué es lo que te
pide el graderío, la directiva y todo el madridismo.
A mí, que como jugador le admiré, incluso cuando jugaba en
el Barcelona, me parece que hace bien con venir al equipo
merengue, pero me temo mucho que no ha elegido el mejor
momento para ello, por las circunstancias que se han dado en
las últimas semanas.
Ahora tendrá que dar el visto bueno a lo que hay y a lo que
se fiche. De lo que hay me parece que habrá descartes, poco
a poco. De lo que venga, si es mejor que lo que se ha ido
sabrá aprovecharlo y, a partir de aquí, pretemporada,
viajes, Torneo Bernabéu comienzo de liga, además de la
supercopa de España frente al Sevilla, el equipo de moda.
En Chamartín hace tres o cuatro temporadas que no se ve buen
fútbol. Lo mejor que se vio últimamente fue , de septiembre
a marzo en la temporada de Carlos Queiroz, luego ya ...,
arrastrándose y sin dar la talla, porque la liga de este año
fue algo así como un milagro de San Isidro en colaboración
con la Almudena.
Ahora, veremos lo que espera este año, aunque es cierto que
la liga conseguida ha roto esa ansiedad que había por la
falta de títulos tres temporadas seguidas.
Además, Schuster se va a encontrar con una ventaja que no
tuvo Fabio Capello y es que la prensa le estaba esperando
como a un salvador y a poco que haga se van a jalear sus
actuaciones.
Ahora, y no hay más que hablar, es el momento bonito, el de
la ilusión, el de la esperanza, el de a ver qué se puede
hacer.
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