Su aparición en la escena política
fue tan sorpresiva como exitosa: a las primeras de cambio la
Unión Demócrata Ceutí, presidida por él, consiguió tres
diputados e hizo posible que empezara a forjarse el derrumbe
del Partido Demócrata y Social de Ceuta.
Nicolás Fernández Cucurull fue el primero que se dio
cuenta de la valía de Mohamed Alí como político. El
senador se percató bien pronto de que estaba ante alguien
destinado a conseguir grandes logros en cuestiones relativas
al gobierno de la ciudad. Y así lo publiqué en su momento.
Aunque recuerdo también que NFC trató, mediante un escrito,
de negar que él me hubiera dicho tener tan buena opinión del
presidente de la UDCE. Tal vez porque algún baranda de su
partido, en aquel tiempo, pensara que al enemigo no había
que darle ni agua.
Lo cierto es que Fernández Cucurull acertó plenamente:
Mohamed Alí cuenta con cualidades suficientes para disfrutar
de una condición inmejorable, que le está ayudando a
progresar en su actividad política. De hecho, semejante
progreso quedó evidenciado en las últimas elecciones.
Me explico: sacar cuatro diputados sin haber participado de
ninguna cuota de poder durante cuatro años en la oposición,
y por lo tanto haberle sido imposible hacerse acreedor a una
clientela, es una prueba palpable de que MA tiene mucho
tirón entre una parte de la población ceutí.
Y ese caudal de votantes es lógico que cause la misma
inquietud entre socialistas y populares. Pero mientras éstos
paladean su mayoría absoluta y sólo miran el presente,
aquéllos, los residentes en la calle de Daoíz, necesitan a
todo trance ganarse la voluntad de un político ceutí, de
religión musulmana, abogado él, y que en sus ratos libres
gusta de emular a Rud Van Nistelrooy.
Por consiguiente, ninguna sorpresa me ha causado lo contado
por Gonzalo Testa, en su magnífica información,
acerca de que en el Partido Socialista de Ceuta vean con
buenos ojos proponerle a MA que acepte ser candidato al
Senado bajo el cielo protector de sus siglas.
Y es así, es decir, el asunto no me ha cogido desprevenido,
porque tal deseo anduvo siempre revoloteando en la mente de
María Antonia Palomo. Pues recuerdo que en el otoño
de 2005, cuando el delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto,
y la secretaria general de los socialistas ceutíes aún se
miraban a la cara, el líder de la UCDE andaba muy ilusionado
pensando que las buenas relaciones de su partido y el PSOE
cuajarían en acuerdos muy rentables para su futuro político.
Hasta el punto de que Mohamed Alí no negaba estar viviendo,
en aquellos días, unos momentos estupendos. Y lo achacaba a
que su entendimiento con Jerónimo Nieto era muy bueno. Muy
distinto a las relaciones tormentosas mantenidas con Luis
Vicente Moro. Cierto es que no dudó en decirme que
deseaba ya que de las buenas palabras se pasaran a los
hechos.
Y a los hechos habrá de pasar la gestora socialista, dando
los pasos de rigor correspondiente, si quiere hacerse con
los servicios del segundo hombre más votado en esta ciudad.
Sí, ya sé que algunos ciudadanos indecisos que acaban
votando al PSOE en las elecciones generales, podrían cambiar
su voto si ven al líder de la UCDE cual candidato al Senado.
Mas ese es un riesgo que debe asumir un partido que es
perdedor en Ceuta.
En realidad, los socialistas de esta tierra saben
perfectamente que están obligados a tomar decisiones, cuanto
antes, que les permitan no salir derrotados de antemano en
las urnas frente al PP. Y Mohamed Alí, sin ser la panacea,
puede contribuir a que en la calle de Daoíz no cunda la
desesperanza.
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